SIN LA CELEBRACIÓN DEL DOMINGO NO PODEMOS VIVIR.
Por Rubén Revello.
No podemos vivir sin la Eucaristía
Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre. Hagan esto en memoria mía. Repitan esto en memoria mía. Tan importante ha sido esto, que yo, recordé un episodio. Porque cuando el obispo llegó acá… agregó a las promesas que tienen que hacer los confirmandos, una última promesa que dice: «Así como los primeros cristianos decían, no podemos vivir sin la Eucaristía, ¿se comprometen a participar de la Eucaristía cada domingo?». Él agregó esa pregunta, que es propia de nuestra diócesis, y que todos los confirmados tienen que cumplir de alguna manera.
Actas de los primeros mártires
Él, en realidad, estaba citando el acta de los primeros mártires. Ustedes saben, que fieles al derecho romano, se hacían actas de las ejecuciones. Muchas de esas actas son documentos oficiales que quedaron registrados y que los cristianos, entonces también hicieron sus propias actas de los primeros mártires.
La comunidad cristiana de Abitinia
¿De dónde surge, entonces, esta expresión, que es tan clave para el tema de la Eucaristía que hoy celebramos? Estamos a principios del año 300. El emperador es Diocleciano. La gran persecución del cristianismo fundamentalmente fue con Diocleciano. Sí con otros, también, pero fueron más leves. Lo que Diocleciano fue terrible, se ensañó, era dueño de todo el Mediterráneo. También de lo que hoy es Túnez. Esa parte donde África y la punta de la bota de Italia se besan entre sí. Allí, en Túnez, donde estaba Cartago, la ciudad de San Agustín, Hipona, también había una ciudad que se llamaba Abitinia o Abisinia. Y ahí también estaba prohibido celebrar la Misa.
«Sin la celebración del domingo no podemos vivir»
Y no va que un domingo, los cristianos se reunían ocultamente a celebrar la Eucaristía. El gobernador de la provincia sabe que tiene que ejecutarlos, según el mandato imperial. Y les ofrece esto: «Hagan una cosa, no se reúnan mas, les pido que no se junten más a celebrar la Eucaristía y yo les perdono la vida, voy a hacer como que no lo vi esto». Se reunieron los 39 cristianos que estaban en esa Eucaristía, y al rato, después de deliberar salieron y le respondieron lacónicamente al gobernador: «Sine dominico non possumus». «Sin la celebración del domingo no podemos vivir». Si nos matas, la celebraremos en cielo. Si no nos matas la celebraremos en la tierra. Lo que no podemos hacer es no celebrar el domingo.
Se nos prohíbe la celebración del domingo
Pensaba esto y no podía menos que hacer el paralelo con nuestro tiempo, donde ya no es alguien grande como Diocleciano, pero se nos prohíbe también la celebración del domingo. Debo decir, de un modo caprichoso, que con lo sanitario no tiene nada que ver. Es absolutamente caprichoso. Si fuese por cosas sanitarias, esta semana hubiese sido igualmente estricta. Y si fuese un motivo sanitario, para que la gente no se reúna en las casas, no se reúna en familia, hubiesen hecho la excepción para la celebración de la Eucaristía, donde la gente está separada con medidas sanitarias. No es un asado en el fondo del jardín. La Misa es algo totalmente distinta.
El dolor de no poder acercar la Eucaristía a la gente
Me duele, siendo que mi ministerio está hecho para acerca la Eucaristía, entre otras cosas para acercar la Eucaristía a la gente, me duele no poder, al menos hacer como el año pasado, de exponer el Santísimo en la puerta y que aquellos que quisieran recibir la Eucaristía se pudiesen acercar a distintos ministros separados entre sí, sin hacer cola. El que llegaba comulgaba y volvía a su casa. Pero poder tener al Cristo eucarístico, poder recibirlo. Me duele. Es más, debo confesarles que estuve muy tentado a hacerlo, pero muy tentado a hacerlo.
Hay que mantener siempre la unidad
Pero… tuve que optar entre la obediencia y la unidad eclesial y lo que mi corazón me indicaba. Finalmente preferí sacrificar lo que quería hacer en pos de la unidad eclesial. Una de las peores cosas que uno puede hacer dentro de la Iglesia es la ruptura. Hay que mantener siempre la unidad, aun cuando esto cueste. Y no saben lo que hoy me cuesta celebrar misa virtual y no poder siquiera darle a través de la reja, como a un preso, darles la Comunión. Pero prefiero la obediencia y la unidad de la Iglesia antes que la ruptura. Mal podría dar la Comunión si rompo la comunión con la jerarquía de la Iglesia. Sería un contrasentido.
La Eucaristía es respuesta al hambre que tenemos de Dios
Prefiero sí destacar… en estos mártires la necesidad del hambre de Dios. Esto viene a responder la Eucaristía. La Eucaristía es una respuesta directísima de Dios al hambre que tenemos de Él. Así como se siente sed como una necesidad vital, así como sentimos hambre como una necesidad vital, Dios quiere ser respuesta a esta necesidad vital humana de estar con Él, de tenerlo a Él en el corazón.