Parroquias católicas escolarizan a niños desplazados en Birmania

Más de 700 niños reciben asistencia humanitaria y formación diaria en la parroquia católica de Santa María de la Asunción de la diócesis de Mawlamyine , tal como ocurre en otras 14 parroquias de la jurisdicción eclesiástica. El obispo local, Maurice Nyunt Wai, indicó que «son los hijos de las familias desplazadas internamente, varios miles» en la diócesis.

Parroquias católicas escolarizan a niños
Foto: YouTube Vatican News.

Las parroquia católica de Santa María de la Asunción de la diócesis de Mawlamyine, en el sur de Birmania, brinda su ayuda a más de 700 niños reciben asistencia humanitaria y formación diaria, tal como ocurre en otras 14 parroquias de la jurisdicción eclesiástica, donde también se cuida a cientos de niños. Maurice Nyunt Wai, obispo de Mawlamyine, indicó que «son los hijos de las familias desplazadas internamente, varios miles» en la diócesis, dado que se trata de «muchas familias, católicas y no católicas quedaron atrapadas en medio de los tiroteos entre el Ejército regular y las Fuerzas de Defensa Popular (PDF), compuestas por jóvenes opuestos a la dictadura».

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«Por eso huyeron a los bosques, donde sobreviven con enormes dificultades. La situación es crítica. El sustento diario es un reto. Los servicios sociales están paralizados. Los niños y los jóvenes no van a la escuela. Por eso acuden a nuestras parroquias en busca de ayuda. Con sacerdotes, catequistas y voluntarios, las parroquias organizan un servicio escolar y de ayuda humanitaria de primera necesidad», precisó el prelado. «Los sacerdotes, religiosos y fieles deben ser muy pacientes y prudentes, porque las palabras pronunciadas en las liturgias o los gestos de ayuda humanitaria pueden ser considerados por el ejército como un apoyo a las milicias de las PDF y generar así represalias contra el personal de la Iglesia o contra nuestras iglesias y estructuras», explicó Wai.

Enfatizó que «deben seguir actuando con caridad, para dar consuelo y esperanza, pero sin hacer ruido, en silencio y con disimulo». «Confiemos al Señor este tiempo de prueba, tratando de hacer todo lo posible para aliviar el dolor y el malestar de la gente: es la población civil la que sufre las duras consecuencias del conflicto civil… Seguimos celebrando la liturgia dominical y los sacramentos en nuestras iglesias, sin problemas particulares. Pero algunas parroquias están vacías y cerradas porque los fieles, desplazados internos, huyeron a los bosques o por falta de condiciones mínimas de seguridad: en esas zonas, hasta las actividades de culto están suspendidas. Intento apoyar espiritual y materialmente a los sacerdotes, religiosos y catequistas que están más cerca de la gente, que conocen a las familias y hacen todo lo que pueden para apoyarlas», afirmó el prelado.

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