DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ: CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE (4).

Continuación de Diálogo vivo con san Juan de la Cruz: Conversaciones subiendo al monte (3).

Por Silvio Pereira.

4. Desprecio
«… procurar obrar en su desprecio y desear que todos lo hagan
procurar hablar en su desprecio y desear que todos lo hagan
procurar pensar bajamente de sí en su desprecio y desear que todos lo hagan…» (SMC L1, Cap.13,9).

Estimadísimo Padre San Juan de la Cruz, tú como todos los santos sabes, que es la humildad la gran guardiana de las demás virtudes. Porque cuando se pierde la humildad todo empieza a arruinarse y se va desmoronando.

Te confieso que desde joven, profundamente impactado por la persona de san Francisco de Asís, se me grabaron en mi corazón estas palabras suyas: «Dichoso el siervo que no se tiene por mejor cuando es engrandecido y enaltecido por los hombres que cuando es tenido por vil, simple y despreciable, porque cuanto es el hombre ante Dios, tanto es y no más» (Admonición 19).

¿Quién nos pondrá el precio justo que valemos sino el Señor, verdad?

Pero por mis días, como te vengo insistiendo, tu sabiduría parece una locura. Que yo no veo a muchos en general bajarse el precio sino todo lo contrario, inflarlo más y más. Andan sacando pecho y cantando loas de sí mismos. Reina una pavorosa prepotencia de vanagloria entre nosotros. Y es habitual que mis coetáneos quieran parecer más de lo que verdaderamente son. Apariencias, culto a la grandilocuencia y tantos pies de barro. Cuando la verdad de sí mismos emerge solo les queda la vergüenza o el descaro.

¿Desprecio de sí? Obviamente no de un modo enfermizo, porque los hay que no se quieren nada y se viven castigando. Pero por supuesto que es necesario un sano realismo sobre la propia condición. Una aceptación, delante de Dios, de la luz y la oscuridad que vive en nosotros. Un hacernos cargo de los vicios y pecados que evidentemente son nuestros, enteramente nuestros. Y un dar gracias a Dios por cuanto de virtuoso y bueno hallemos porque es Suyo, y solo en Él tienen su fuente tanta belleza y talentos con que fuimos regalados.

El principio de esta sabiduría es pues dejarse conocer por Dios. «Cuanto es el hombre ante Dios, tanto es y no más». Por tanto el discípulo humilde no infla el pecho cuando lo elogian ni se deprime o enfurece cuando lo difaman; porque sabe bien quién es y lo sabe delante de su Señor. Se deja conocer por Dios y al conocerlo Dios, él mismo se conoce en su mirada de Padre.

¿Por qué deben dolernos los desprecios y las humillaciones que nos hagan? O porque no nos conocemos y aceptamos tal cual somos delante de Dios y de nuestra conciencia. O porque descubrimos que nos engañábamos, y apartados de la humildad, estábamos buscando presumir de nosotros y justo ahora nos arruinan la cosa manchando nuestra buena fama que con tanto esfuerzo construimos.

Pero en verdad porque aún no hemos sido curados de raíz, por eso aún nos resentimos con nosotros mismos al sorprendernos en nuestras vilezas. Más bien solemos evadirnos y nos distraemos largamente en fabulaciones de honra y de poder, ensoñación de nuestro encumbramiento glorioso al modo del mundo. Y para nada hallamos remedio —cuando lo hay y poderoso— en los desprecios que nos hacen, pues aunque sean injustos y ofensivos no dejan de ubicarnos donde debemos permanecer: en la Cruz junto al Despreciado por todos.

Yo me daría a mí mismo estos consejos:

  1. Vivir bajo la mirada verdadera del Señor que me hace libre y obsequia tanto sano conocimiento como serena aceptación de mí mismo.
  2. Meditar asiduamente su Pasión que me fortalece en humildad y hace crecer la Caridad abrazando la Cruz como el único camino.
  3. Abrirme por entero y suplicar que derrame su Amor de Misericordia que Santifica. Porque solo lleno de su Amor sabré quien soy y veré todo luminosamente claro.

Querido Fray Juan, ya pronto seguiremos dialogando espero, sobre un camino excelente para crecer y madurar en santidad: la vida contemplativa.

*SMC: Subida al Monte Carmelo.

DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ. CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE (4).

El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal y tiene el canal de YouTube @silviodantepereiracarro.

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