«Y LA PALABRA SE HIZO CARNE»

Por Fray Tuk

Juan 1, 1-5.9-14

«Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre».

SAN AGUSTÍN DE HIPONA. Sermones 36, 3.

Y LA PALABRA SE HIZO CARNE.

«¿Quién hay más rico que Aquél por quien fueron creadas todas las cosas? El rico puede tener oro, pero no puede crearlo. Por otra parte, los ricos están sometidos a sus riquezas. En cambio, mira la pobreza de Cristo: Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Mediante esta pobreza suya nosotros hemos llegado a ser ricos, puesto que por medio de su sangre, que manó de su cuerpo —aquél cuerpo que la Palabra asumió para habitar entre nosotros—, fue roto el fardo de nuestros pecados. Mediante esa sangre, alejamos los harapos de nuestra iniquidad para revestirnos de la ropa de la inmortalidad».

@fraytuk

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