Voluntarios parroquiales entre 18 y 40 años, ‘ángeles de la pandemia’ en Irak

El párroco de Enishke en la diócesis de Amadiya, Samir Youssef, afirmó que los voluntarios asisten a las familias cristianas y musulmanas que se ven obligadas a aislarse porque están infectadas. «Nuestros jóvenes, algunas familias adineradas que donaron dinero y ayudas, nos permitieron atender a personas que no tenían a nadie que les diera una mano. Pudimos cubrir desde consultas médicas hasta la compra de medicamentos o la entrega de alimentos», indicó.

Voluntarios parroquiales entre 18
Foto: Archivo NCR.

El párroco de Enishke en la diócesis de Amadiya, Samir Youssef, precisó que voluntarios parroquiales entre 18 y 40 años son ‘ángeles de la pandemia’ en Irak. Indicó que los voluntarios asisten a las familias cristianas y musulmanas que se ven obligadas a aislarse porque están infectadas. Aseguró que contraer el virus «es algo así como un estigma social: antes se intentaba ocultar el cáncer», mientras que actualmente si una persona está enferma prefiere decir que «es un tumor para ocultar el COVID-19».

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«En nuestras aldeas cristianas del Kurdistán irakí tuvimos muchos casos en el último periodo, hay familias enteras afectadas por el nuevo coronavirus y yo mismo viví momentos difíciles. Mi madre, Asia Sadoq, de 87 años, contrajo Covid-19, pero gracias a los cuidados de mi hermano —que es médico— y a la oración consiguió superar la enfermedad. En estas semanas hemos necesitado encarecidamente de alguien que pudiera llevar la comida a los enfermos o a los que están en cuarentena, que acompañe a los necesitados hasta el hospital, que esté disponible para ayudar a los demás. La caridad cristiana respondió a través de los ‘ángeles de la pandemia’, como los apodé. Son grupos de chicos y chicas de las distintas parroquias, de 18 a 40 años, estudiantes universitarios o trabajadores», explicó el presbítero.

Aseguró que «están dispersos en distintos pueblos, y casi 40 de ellos son de nuestro centro pastoral de Enishke». «Todos ellos me ayudaron mucho en estas semanas, con un activo servicio de voluntariado a favor de las familias cristianas, musulmanas y yazidíes necesitadas. A ellos se suman mis amigos kurdos musulmanes, que me ayudaron a llevar a los enfermos más graves a Dohuk, porque aquí en la zona no tenemos hospitales especializados para atender los cuadros más graves del virus», enfatizó Youssef. «Nuestros jóvenes, algunas familias adineradas que donaron dinero y ayudas, nos permitieron atender a personas que no tenían a nadie que les diera una mano. Pudimos cubrir desde consultas médicas hasta la compra de medicamentos o la entrega de alimentos. Yo mismo tuve COVID-19 y si bien fue leve, vi como estos chicos compensaron las restricciones que tuve que imponerme para no contagiar el virus», afirmó, tras mencionar el apoyo que voluntarios parroquiales entre 18 y 40 años prestaron a un pueblo donde viven 18 familias.

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