El feligrés Guy Coponet, de 92 años, precisó que «los golpes de cuchillo» al padre Jacques Hamel los revive como si fuesen ahora, durante su reciente declaración en el juicio —que comenzó el 14 de febrero pasado— contra 4 cómplices por el asesinato del sacerdote de 86 años. El presbítero fue degollado el 26 de julio de 2016 por Abdel-Malik Petitjean y Adel Kermiche, 2 yihadistas del Estado Islámico, cuando celebraba Misa en la iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray, quienes posteriormente fueron abatidos por la Policía. Ahora se juzga a 3 miembros de la banda y al instigador del crimen, ausente puesto se lo da por muerto en Irak al año siguiente del crimen.
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Coponet, que asistía a la Misa junto a su esposa Janine —fallecida en abril pasado— y algunas religiosas, indicó el 16 de febrero pasado al tribunal que aquel día «hacía buen tiempo y el padre Hamel estaba contento porque se iba de vacaciones». Al poco tiempo de comenzar la celebración eucarística, llamaron a la puerta de la sacristía y un joven precisó que quería ver al presbítero. La religiosa que le abrió le indicó que lo atendería después de la celebración. Recordó que ya cerca de su conclusión, la puerta de la sacristía volvió a abrirse, esta vez de forman violenta. «Nos vimos secuestrados», aseguró, al sostener que en actitud amenazante para los presentes, los asesinos entraron hablando en árabe, le pusieron a él una cámara de fotos en las manos y agarraron al padre Hamel para ponerlo de rodillas. «Sufrió… Los golpes de cuchillo los revivo como si fuesen ahora», enfatizó Coponet, quien al contar el padecimiento del padre Hamel se le quebró la voz. «¡Cuánto debió sufrir en ese momento! ¡Fue su Viernes Santo, el padre Hamel subió al Calvario! ¡Fue horrible!», afirmó.
En francés.
Recordó que uno le quitó la cámara de las manos para grabar la continuación del crimen. «Lo arrastraron, no podía tenerse en pie. Él rechazó con los pies al más joven. Cuando el otro se acercó, le dijo: ‘¡Vete, Satanás!’ Habló 2 veces, la segunda, con autoridad, les dijo que pararan. Empezó a vomitar sangre. Vi sus labios rojos de sangre… ¡Fue horrible!», sostuvo. Tras matar al padre Hamel, los islamistas se dirigieron a él, diciéndole «¡Ahora te toca a ti!». Indicó que lo golpearon en los costados, en los brazos, en la garganta, y lo tiraron por la escalera, dañándole la espalda. Creyó que había llegado su hora, y empezó a rezar un Avemaría —Coponet la rezó entera, en voz alta, ante el tribunal y los asistentes—. «La sala quedó sobrecogida y admirada», publicó ‘Famille Chrétienne’, cuando el anciano se emocionó al llegar al «…ahora y en la hora de nuestra muerte», dado que en aquel momento, en el que él presentía ya su final, se abrió la puerta y alguien le ayudó.
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