Francisco: «El Corazón de Cristo es un corazón desgarrado por nosotros en la cruz»

El Papa sostuvo que el Corazón de Jesús sana nuestra memoria. «Somos seres amados, hijos a los que el Padre ama siempre y en todo caso, hermanos por los que late el Corazón de Cristo», explicó, tras invitar a cultivar esta memoria «que se fortalece cuando estamos cara a cara con el Señor, en la adoración».

Francisco precisó que «el Corazón de Cristo es un corazón apasionado, herido de amor, desgarrado por nosotros en la cruz», al presidir una Misa en el Policlínico Gemelli de Roma, por el 60 aniversario de la inauguración de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, en la que compartió con los participantes algunas reflexiones sobre el nombre del lugar, el viernes 5 de noviembre. El Papa destacó este sitio que «está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, al que se dedica este día, el primer viernes del mes», tras precisar que «al contemplar el Corazón de Cristo, podemos guiarnos por 3 palabras: recuerdo, pasión y consuelo».

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Sostuvo que «recordar significa volver con el corazón», al asegurar que el Corazón de Cristo nos hace volver a lo que hizo por nosotros, dado que «nos muestra a Jesús ofreciéndose a sí mismo, el compendio de su misericordia». «Mirándolo, como hace Juan en el Evangelio, es natural recordar su bondad, que es gratuita e incondicional, no depende de nuestras obras. Y nos conmueve», afirmó, al considerar que el Corazón de Jesús sana nuestra memoria porque la devuelve al afecto fundacional. «Nos recuerda que, pase lo que pase en la vida, somos amados. Somos seres amados, hijos a los que el Padre ama siempre y en todo caso, hermanos por los que late el Corazón de Cristo», explicó el Papa Francisco. Invitó a cultivar esta memoria «que se fortalece cuando estamos cara a cara con el Señor, especialmente cuando nos dejamos mirar y amar por Él en la adoración». Indicó que la pasión «es la segunda palabra». «El Corazón de Cristo no es una devoción piadosa para sentir un poco de calor en el interior, no es una imagen tierna que despierte afecto. Es un corazón apasionado, herido de amor, desgarrado por nosotros en la cruz», enfatizó.

«El Sagrado Corazón es el icono de la Pasión: nos muestra la ternura visceral de Dios, su pasión amorosa por nosotros y, al mismo tiempo, superado por la cruz y rodeado de espinas, nos muestra cuánto sufrimiento costó nuestra salvación. En su ternura y dolor, ese Corazón revela, en definitiva, lo que es la pasión de Dios: el hombre. Si realmente queremos amar a Dios, debemos apasionarnos por el hombre, por todo hombre, especialmente por aquellos que viven la condición en la que se manifestó el Corazón de Jesús: el dolor, el abandono, el descarte», pidió el Pontífice. «¡Cuántas palabras decimos de Dios sin mostrar amor! Pero el amor habla por sí mismo, no habla de sí mismo. Pidamos la gracia de apasionarnos por el hombre que sufre, de apasionarnos por el servicio, para que la Iglesia, antes de tener palabras que decir, conserve un corazón que lata con amor», aseguró. Además, se refirió al consuelo, que indica «una fuerza que no viene de nosotros, sino de los que están con nosotros», puesto que «Jesús, el Dios-con-nosotros, nos da esta fuerza, su Corazón nos da valor en la adversidad».

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