EL BAUTISMO (2).

Continuación de El Bautismo (Primera parte).

Por Juan María Gallardo.

d) Quién puede recibir el Bautismo

Es capaz de recibir el bautismo todo ser humano, aún no bautizado, y solo él.

Presentación de El Bautismo (2)

El Bautismo de adultos

En los orígenes de la Iglesia
– el Bautismo de adultos es la práctica más común.

El catecumenado
—preparación para el Bautismo—
– ocupaba entonces un lugar importante.

En la actualidad,
el catecumenado
– debe disponer a recibir el don de Dios
– en el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.

El catecumenado,
o formación de los catecúmenos,
tiene por finalidad
– llevar a madurez su conversión y su fe iniciándolos
– en el misterio de la salvación,
– en la práctica de las costumbres evangélicas y
– en los ritos sagrados que deben celebrarse en los tiempos sucesivos,
– e introducirlos en
– la vida de fe,
– la liturgia y
– la caridad
– del Pueblo de Dios.

El Bautismo de niños

Los niños
– nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original.
– Y necesitan el nuevo nacimiento en el Bautismo
– para ser librados del poder de las tinieblas y
– ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios
– a la que todos los hombres están llamados.

La Iglesia y los padres
– privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios
– si no le administraran el Bautismo
– poco después de su nacimiento.

La práctica de bautizar a los niños pequeños
– es una tradición inmemorial de la Iglesia.

– Está atestiguada explícitamente desde el siglo II.
– Y es muy posible que, desde el comienzo de la predicación apostólica
– se haya bautizado también a los niños.

Fe y Bautismo

El Bautismo
– es el sacramento de la fe.

La fe que se requiere para el Bautismo
– no es una fe perfecta y madura,
– sino un comienzo que está llamado a desarrollarse.

Al catecúmeno o
a su padrino
se le pregunta:
– «¿Qué pides a la Iglesia de Dios?»
– y él responde:
– «¡La fe!».

En todos los bautizados,
niños o adultos,
– la fe debe crecer después del Bautismo.
– Por eso, la Iglesia celebra cada año en la noche pascual
– la renovación de las promesas del Bautismo.

Para que la gracia bautismal pueda desarrollarse
– es importante la ayuda de los padres.

Ese es también el papel del padrino o de la madrina,
– que deben ser creyentes sólidos,
– capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado,
– niño o adulto, en su camino de la vida cristiana.
– Su tarea es una verdadera función eclesial.

Toda la comunidad eclesial
– participa de la responsabilidad
– de desarrollar y guardar
– la gracia recibida en el Bautismo.

e) Quién puede bautizar

Son ministros ordinarios del Bautismo
– el obispo y
– el presbítero y, en la Iglesia latina, también
– el diácono.

En caso de necesidad,
– cualquier persona,
– incluso no bautizada, puede bautizar;
– si tiene la intención requerida y
– utiliza la fórmula bautismal trinitaria.

La intención requerida consiste en
– querer hacer lo que hace la Iglesia al bautizar.

f) La necesidad del Bautismo

El Señor mismo afirmó que
– el Bautismo es necesario para la salvación.
– Por ello mandó a sus discípulos
– a anunciar el Evangelio
– y bautizar a todas las naciones.

El Bautismo es necesario para la salvación
– para aquellos a los que el Evangelio ha sido anunciado
– y han tenido la posibilidad de pedir este sacramento.

Dios ha vinculado la salvación al sacramento del Bautismo,
pero su intervención salvífica no queda reducida a los sacramentos.

Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que
– quienes padecen la muerte por razón de la fe,
– sin haber recibido el Bautismo,
– son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo.
– Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo,
– produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento.

A los catecúmenos que mueren antes de su Bautismo,
– el deseo explícito de recibir el bautismo
– unido al arrepentimiento de sus pecados y a la caridad,
– les asegura la salvación
– que no han podido recibir por el sacramento.

Todo hombre que,
– ignorando el evangelio de Cristo y su Iglesia,
– busca la verdad y hace la voluntad de Dios según él la conoce,
– puede ser salvado.
– Se puede suponer que semejantes personas
– habrían deseado explícitamente el Bautismo
– si hubiesen conocido su necesidad.

En cuanto a los niños muertos sin Bautismo,
– la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina,
– como hace en el rito de las exequias por ellos.
– La gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y
– la ternura de Jesús con los niños
– nos permiten confiar en
– que haya un camino de salvación
– para los niños que mueren sin Bautismo.

EL BAUTISMO (2).

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