La tradicional procesión y Misa solemne del Domingo de Ramos se celebró a las 6.30 de la mañana en la basílica del Santo Sepulcro, en Jerusalén, con la que se dio inicio a la Semana Santa. El cardenal y patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, bendijo las palmeras y las ramas de olivo en el interior del edículo del templo, donde la asamblea agitó palmas y olivos durante las 3 vueltas que dio, un número que recuerda los días transcurridos entre la muerte y la resurrección de Jesús.
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Pizzaballa presidió la celebración eucarística junto a Adolfo Tito Yllana, nuncio en Israel y Chipre y delegado apostólico en Jerusalén y Palestina, y William Shomali, vicario patriarcal para Jerusalén con la participación de más de 60 sacerdotes. Hubo pocos peregrinos debido a la guerra en curso, pero estuvieron las comunidades religiosas de Tierra Santa y los laicos. Durante la Misa, se realizó la proclamación del Evangelio, que recorre toda la pasión de Jesús, texto cantado en latín por los frailes de la Custodia de Tierra Santa.
«Hicimos la procesión alrededor del santuario de Cristo resucitado… Así comienza la Semana Santa en el Santo Sepulcro… Todos los días leeremos el Evangelio de la Misa con el canto de la Pasión. Aquí estamos en los lugares santos donde celebramos la liturgia, en el lugar donde ocurrió el misterio. Que todos los cristianos vivan estos santos misterios con fe y serenidad para convertirse y estar cada vez más cerca de Cristo Redentor de todos los hombres», afirmó fray Stéphane Milovitch, superior del Santo Sepulcro.
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