Custodia de Tierra Santa continúa con ayuda concreta para reconstruir Siria

Los franciscanos brindan ayuda concreta para reconstruir Siria, también a través de momentos de encuentro, después de que pasaron 5 meses del terremoto. Las comunidades cristianas de las ciudades de Alepo, Damasco y Latakia, donde trabajan los frailes de la Custodia de Tierra Santa, están dedicadas a la reconstrucción —no sólo material— y a ayudar a las personas que lo perdieron casi todo.

Custodia de Tierra Santa continúa

Los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa materializan su ayuda concreta para reconstruir Siria, también a través de momentos de encuentro, después de que pasaron 5 meses del terremoto. Los frailes indicaron que pretenden generar un sentimiento de apego en los jóvenes, pero hay pocas esperanzas de lograrlo, puesto que la depresión económica hace que muchos solo piensen en dejar atrás el sufrimiento de su país. Un reportaje publicado en el último número de ‘Terrasanta’, la revista de la Custodia, recolectó varios testimonios de quienes luchan por un nuevo futuro.

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Indicaron que vuelta a la normalidad sigue siendo algo lejano para la gente de Siria y Turquía golpeada por el tremendo terremoto del 6 de febrero pasado. Las comunidades cristianas de las ciudades de Alepo, Damasco y Latakia, donde trabajan los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, están dedicadas a la reconstrucción —no sólo material— y a ayudar a las personas que lo perdieron casi todo. En Siria, el terremoto dejó cuando menos 8.000 muertos, a los que se suman miles de víctimas del conflicto civil desatado en 2011.

«Estábamos cansados de la guerra y luego sobrevino un terremoto», precisó el padre Khokaz Mesrob, de los franciscanos de Alepo, en diálogo con ‘Terrasanta’. Antes de la catástrofe, la ciudad de Alepo —que supo ser polo industrial del país— se había vaciado y solo conservaba un tercio de sus habitantes. «La situación en la que crecimos no es normal. Yo tenía 12 años cuando comenzó la guerra», sostuvo George, un cristiano de 24 años que pertenece a la parroquia local. A diferencia de otros lugares, Alepo no quedó tan destruida por el terremoto; durante y después del sismo la iglesia latina local sirvió de refugio a varias familias y se creó rápidamente una red de solidaridad.

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