Hubo un acuerdo histórico entre el patriarca ortodoxo de Constantinopla y el de Moscú, que se firmó el 4 de diciembre pasado, en un evento que coincidió con la fiesta ortodoxa de la Presentación de la Virgen María en el Templo. Los firmantes fueron el metropolitano de Dubna, Ioann —Rennetau, que bajo los griegos tenía el título de Chariopoulis—, y el metropolitano de Galia, Emmanuil —Adamakis—, que preside las estructuras ortodoxas griegas en toda Europa Occidental. Ioann responde a Kirill, mientras que Emmanuil responde a Bartolomé I.
El documento indicó que «el nombre de la Iglesia no es división, sino unidad», y con él se pretende cerrar cualquier diatriba entre las dos comunidades ortodoxas, que hasta hace 2 años coexistían en la única jurisdicción europea de Constantinopla. La firma del acuerdo es una fuerte señal de distensión entre Moscú y Constantinopla, a pesar de la ruptura causada por la aprobación de la Iglesia autocéfala de Ucrania, que Moscú se niega categóricamente a aceptar. Pese a que Moscú continúe su rechazo a la comunión con Constantinopla y las demás Iglesias, los rusos europeos mantendrán la unidad con todos los ortodoxos.
«Las partes no se reclaman recíprocamente, ni jurídica ni materialmente», precisó el acuerdo histórico entre el patriarca ortodoxo de Constantinopla y el de Moscú. El documento enfatizó que «cada comunidad del antiguo exarcado tomará su propia decisión sobre la pertenencia a la arquidiócesis o a la metrópoli de la Galia», mientras que los firmantes «garantizan la coexistencia eclesial fraternal de las comunidades en Europa», e invitan al clero y a los fieles al perdón mutuo y al restablecimiento de la unidad de los cristianos ortodoxos. Un primer resultado del acuerdo alcanzado fue el paso al Patriarcado de Moscú de la Iglesia Rusa del Principado de Mónaco, que tuvo lugar hace exactamente 2 días.
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