SALUD INTEGRAL DEL PRESBÍTERO Y FORMACIÓN PERMANENTE (1).

Por Alejandro Antonio Zelaya.

Salud integral del presbítero

Las características de la vida actual de aislamiento e individualismo constituyen en gran medida una enorme amenaza para la salud de los presbíteros, los cuales enfrentan dichos desafíos, en mayor o menor medida, exitosamente o con grandes fracasos. Podría suceder también que en el fondo el sacerdote no mire su vida ni ponga su salud en primer lugar para responder al llamado de Dios de entrega a su pueblo. Hay reacciones y conductas de los presbíteros que más o menos conscientes en cuanto a la resolución de las dificultades. Quizás ha llegado la hora de que en los presbiterios podamos mirar juntos —desde una manera sinodal— nuestra vida desde un concepto de salud integral. Nuestra salud es sumamente importante. Concebirla como el equilibrio entre la dimensión biológica, psicológica y espiritual nos debe ayudar a descubrir la interrelación de estas esferas hoy más que nunca, con el fin de poder cumplir la misión de la Iglesia, que es Madre de sus presbíteros y que es también hospital de campaña para nosotros y todos nuestros hermanos en el presbiterio. A mayor salud integral de un presbítero con su consiguiente aporte de salud al presbiterio, mayor salud de la Iglesia y mayor capacidad de que Ella lleve adelante su vida discipular y misionera.

Formación permanente

La formación permanente de los presbíteros debe tener como objetivo favorecer la madurez necesaria de los mismos para un ejercicio pleno y feliz de su ministerio lo máximo posible.

En este sentido es de suma importancia tener en cuenta el rol de los psicólogos en cuanto a su servicio para la curación de las heridas, sean del pasado —antes o durante la formación inicial— o bien aquéllas después de la ordenación. A las mismas el sacerdote puede venirlas ‘acumulando’ durante toda su vida ministerial, no importa que sean más bien lejanas en el tiempo, o quizás muy actuales. Y pueden influir considerablemente en la vida del presbítero, no dejándolo verdaderamente libre para el mejor servicio al Pueblo de Dios en la caridad pastoral.

Competencias de la psicología en la formación permanente de los presbíteros

En el Documento Orientaciones para el uso de las competencias de la psicología en la admisión y en la formación de los candidatos al sacerdocio —Congregación para la Educación Católica—, tenemos un informe detallado sobre el rol del psicólogo en la formación inicial del futuro presbítero. Pero hoy es cada vez más necesario poder considerar actualmente la ayuda del profesional de la psicología en los presbiterios. No son pocos los avatares a que se enfrentan los sacerdotes en una cultura individualista, donde muchas veces debemos navegar ‘a contracorriente’ casi todo el tiempo. No poco es el stress que esto puede generar con el consiguiente resentimiento de nuestro cuerpo, psiquis y espíritu.

Cualidades del profesional de la psicología 

Si bien el psicólogo puede ser considerado o no parte del equipo de formación permanente, es fundamental que el mismo tenga mucha experiencia en lo profesional y una mirada completa y profunda de la vida del presbítero desde dentro. Debe conocer qué es y cómo es la vida de un sacerdote y cuáles son los vínculos humanos fundamentales del presbítero: con su obispo, sus hermanos en el presbiterio, los hermanos que Dios le confía en su servicio ministerial como pastor y padre, los vínculos con sus familiares, con sus amigos, con la sociedad en general.

El psicólogo estará llamado a ayudar a desbloquear, fortalecer, sanar, liberar estos vínculos desde lo humano, para que la gracia pueda actuar más libre y directamente. No pocas veces el psicólogo tendrá quizás que mediar para que estos vínculos se fortalezcan y se liberen y la gracia pueda actuar, y éstos alcanzar el nivel de caridad fraterna máxima a la que los mismos están llamados. Pero al mismo tiempo el profesional debe saber que el campo de la vida espiritual excede a su competencia. También el profesional de la psicología tendrá que ayudar a desbloquear, sanar, elaborar duelos, pérdidas, abandonos, fortalecer cualidades, dones y talentos humanos para que los mismos puedan abrirse completamente a la acción de la gracia. Su aporte es necesario sobre todo en algunas situaciones de algunos presbíteros, pero nunca desarticulado del acompañamiento integral e interdisciplinar que está llamado a realizar el equipo de formación permanente cuya misión será el acompañamiento bio-psico-socio-espiritual del sacerdote. Sin duda, éste quizás sea un gran desafío a realizar pero pensamos que hoy más que nunca, de acuerdo a la complejidad de los tiempos actuales, necesitamos en los equipos de formación permanente una mirada interdisciplinaria en la que esté incluido también el profesional de la medicina para todo lo que se refiera a la salud física del sacerdote y del sacerdote maestro en vida espiritual. Son tiempos sinodales en los que juntos debemos hacer este camino del acompañamiento integral al sacerdote.

El padre Alejandro Antonio Zelaya es licenciado en Psicología y miembro del Equipo de Formación Permanente del Clero de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

SALUD INTEGRAL DEL PRESBÍTERO Y FORMACIÓN PERMANENTE (1).

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