Religiosas en Rusia asisten a marginados por crisis del coronavirus

Las monjas en Rusia asisten a los que están afectados por el confinamiento y las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus. "Nuestra labor aquí se volvió más complicada. Muchas personas perdieron su trabajo o sufrieron recortes de salario. Llaman a nuestra puerta pidiendo ayuda, al menos un pedazo de pan para sus hijos", precisó la religiosa polaca Theresa Witschling, de las Hijas de la Caridad de San Vicente Paul.

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Foto: ACN.

Las religiosas en Rusia asisten a marginados por la crisis del coronavirus, quienes están afectados por el confinamiento y sus consecuencias económicas. Actualmente, unos 40 sacerdotes se ocupan de 70 parroquias en la diócesis de la Transfiguración en Novosibirsk, la ciudad de más de 1.000.000 de habitantes situada en Siberia occidental, y tienen que cubrir distancias enormes. Sin la ayuda de las religiosas, la atención pastoral de los fieles dispersos no sería posible. Hasta el jueves 8 de octubre se reportaron en Rusia 1.260.112 casos de infectados y 22.056 de muertos.

La labor de las hermanas incluso sin la pandemia ya era ardua. «Rusia – Siberia es conocida como ‘una casa sin techo'», precisó la monja Theresa Witschling, de las Hijas de la Caridad de San Vicente Paul, cuya congregación dirige un centro infantil estatal y otro de la iglesia en Slavgorod, al suroeste de Novosibirsk. «Nuestra labor aquí se volvió más complicada. Muchas personas perdieron su trabajo o sufrieron recortes de salario. Llaman a nuestra puerta pidiendo ayuda, al menos un pedazo de pan para sus hijos», indicó la religiosa, nacida en Polonia, al explicar que la pandemia cambió la situación. Las monjas cosen cubrebocas dado que en la región no hay suficientes barbijos y las distribuyen entre sus protegidos, de modo especial las personas sin techo. En Surgut, a 1.000 kilómetros al norte de Novosibirsk en línea recta, dos religiosas polacas de la Congregación de Hermanas Angélicas de San Pablo dan refugio a 140 sin techo en un hogar de rehabilitación social.

«En tiempos del coronavirus todo se volvió difícil. Hay todavía menos transporte público, los taxis privados compartidos llegan de manera irregular y rara vez cumplen el horario. Por eso, ahora nos es muy difícil visitar a los enfermos o llevar la compra y medicinas a personas mayores que viven solas», indicó sor Alyona Alakshova, de la Comunidad de Betania, quien desde hace 20 años presta sus servicios con otra religiosa en la parroquia de la Divina Misericordia de Ishim. «Con nuestras visitas periódicas nos habíamos hecho amigos. A menudo, cuando se despedían de nosotros, decían: ‘No me abandone, hermana. Por favor, vuelva pronto'», indicaron las Hermanas de Santa Isabel, en Novosibirsk. Como la mayoría de las congregaciones religiosas, también las Siervas del Señor y de la Virgen de Matará, en Omsk, debieron trasladar su actividad pedagógica al mundo virtual. Dan catequesis por videoconferencia e incluso, con jóvenes, ruedan breves vídeos para dar ánimos. Además, a nivel de la provincia de la Orden, desarrollan una fuerte actividad que va mucho más allá de la circunscripción de Omsk. «Queremos animar a los jóvenes, también en tiempos del coronavirus, a que reflexionen sobre la Palabra de Dios. Rezamos para que, incluso estos tiempos malos desde el punto de vista humano, nos lleven a nosotras y a todos a crecer en la fe, esperanza y en la caridad con Dios y con el prójimo», reflexionó la madre Maria Glum.

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