El patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, realizó recientemente la primera vigilia de Cuaresma en el Santo Sepulcro, tras cruzar sus puertas, acompañado por 2 filas de frailes franciscanos. A la entrada solemne siguió la ritual procesión cantada que, desde la capilla de la Aparición del Resucitado, recorrió el tradicional itinerario que llevan adelante desde 1336 los franciscanos cada día en el interior de la basílica.
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Los franciscanos se reunieron en el Santo Sepulcro para el solemne Oficio de Lecturas y la Misa de vigilia presididos por el custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, durante la noche del sábado 25 al domingo 26 de febrero. Este implica una tradición que se repite desde, por lo menos, 1754, los domingos de Cuaresma desde el primero hasta el de Ramos. Según el Status Quo, el oficio de lecturas se celebra con los 3 cánticos del Antiguo Testamento en la capilla de la Aparición. Una particularidad es que durante la procesión alrededor del sepulcro vacío, se canta el Benedictus, intercalado con una antífona en latín, seguida del Aleluya.
Patton, en mitad de la noche y al terminar el oficio de lecturas, celebró la Misa del domingo en la capilla de la crucifixión, en el Calvario, en la que reflexionó sobre el episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto. «La mejor manera de vencer la tentación es, por un lado, alimentarse de la palabra de Dios y, por otro, confiar en Él en vez de desafiarlo, obligándolo a hacer milagros. En tercer lugar, hemos escuchado que, para vencer la tentación, Dios es quien debe ser adorado, quien debe estar en el centro de nuestros pensamientos, nuestros afectos y nuestra persona, porque en el momento en que dejemos de adorarle a Él nos convertiremos en esclavos de otras realidades», afirmó, al exhortar a los fieles a vivir con fe este tiempo de Cuaresma.
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