Poco a poco muchos cristianos de Irak, que huyeron por la persecución de Estado Islámico, regresaron al país de Oriente Próximo. Los fieles, en su gran mayoría, no vuelven a sus antiguas casas o a Bagdad, sino que se afincan en Ankawa, el barrio cristiano de Erbil, la capital del Kurdistán irakí, donde los cristianos se esforzaron en abrir escuelas y se sienten menos presionados que en otras zonas.
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El arzobispo caldeo de Erbil, Bashar Warda, de 53 años, precisó que cuando se expulsó a Estado Islámico en 2017, solamente había unas 2.000 familias católicas en Erbil, y actualmente son el doble. «Acogimos en la zona iglesias que antes no estaban presentes, y por eso hoy en el barrio cristiano de Ankawa conviven la Iglesia asiria, la eparquía católica siria, la eparquía sirio ortodoxa, la Iglesia armenia y la Iglesia latina», indicó el prelado caldeo.
Warda explicó la nueva situación durante un viaje por Estados Unidos, donde muchos cristianos se plantean la posibilidad de volver, o al menos de conectar con sus familiares. Sostuvo que a veces las familias cristianas irakíes en Occidente temen que sus hijos puedan perder la fe en un entorno consumista y descreído, y piensan que puede valer la pena volver a Irak si es en un entorno cristiano, es decir, en el barrio cristiano de Ankawa, al hacer vida entre cristianos, en escuelas cristianas y en parroquias de vida comunitaria intensa.
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