El obispo de Córdoba, España, Demetrio Fernández, reflexionó que «el Corazón de Jesús es como el núcleo de todo el Evangelio», en una carta pastoral dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, que la Iglesia católica celebra en junio. Destacó las prácticas de piedad en torno al Corazón de Jesús, tras mencionar que algunas de ellas son «los primeros viernes con confesión sacramental y comunión reparadora; la adoración eucarística, donde el Corazón de Cristo está vivo y palpitante; las letanías del Corazón de Jesús; el fomento del apostolado de la oración, con el ofrecimiento de obras al comienzo de la jornada; la consagración al Corazón de Jesús».
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«El Corazón de Jesús es como el núcleo de todo el Evangelio: Jesús que vive, que habla, que enseña, que sana y devuelve esperanza, que perdona, que llama a seguirle», afirmó el obispo de España, al enfatizar que «con un corazón humano como el nuestro, que siente y padece, que se alegra y se conmueve, que ha experimentado la angustia del abandono y el consuelo hondo de Dios y de los hombres». «El Corazón de Cristo nos recuerda contantemente que Dios nos ama, que el único motor de su vida es el amor, nunca la venganza justiciera. El Corazón de Cristo nos está diciendo continuamente que Dios tiene corazón, que es sensible a nuestros sentimientos, que se emociona, se alegra, sufre, nos ama apasionadamente. Y en ese desbordamiento de amor, Dios ha encontrado rechazos, olvidos, ofensas por parte de los hombres. ‘El Amor no es amado’, decía con gemidos san Francisco de Asís», enfatizó.
El prelado precisó que «cuando las personas más cercanas a Dios, los santos, se han dado cuenta que ese Amor está continuamente perdonándonos y continuamente reciclando nuestras ofensas, devolviéndonos más amor, brota en el corazón humano un deseo grande de reparar tantas ofensas, incluidas las propias, y de colaborar en la redención del mundo». Indicó que esto es lo que «llamamos reparación», dado que se trata de «devolver todo el amor que podamos a tanto amor como se nos ha dado, y al que muchas veces respondemos remolonamente; de restaurar con amor lo que con tanto pecado ha sido destruido o deteriorado». Recordó que «llegada la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús es momento de revisar nuestra actitud de reparación».
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