El nuncio en Ucrania, Visvaldas Kulbokas, aseguró que «la crisis humanitaria es muy fuerte aquí y en algunas otras ciudades» del país, al referirse a la situación en Kiev tras la invasión rusa, en una entrevista con María Lozano, de la fundación pontificia ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’. «Desde el 24 de febrero, todos los días, todas las noches hay ataques con misiles en varios puntos de la ciudad. Nosotros en la nunciatura no estamos en una zona muy céntrica, por lo que hasta ahora no vimos muy de cerca los bombardeos», precisó.
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«Las peleas de hombre a hombre sí, las vimos más cerca, no en estos días, pero sí en los días anteriores. Pero es muy probable que todo esto empeore en las próximas horas. En otras ciudades como Járkov incluso los distritos residenciales se vieron muy afectados… Hoy en día nadie en Ucrania puede sentirse seguro. ¿Cómo serán las próximas horas, los próximos días? Nadie sabe», enfatizó, al indicar que «Kiev todavía experimenta en algunos aspectos una cierta tranquilidad, comparando con otras ciudades: Irpín, que es un suburbio de Kiev, o Járkov, Cherniguiiv o Mariúpol». El nuncio en Ucrania reiteró que «Kiev todavía tiene una conexión con el mundo exterior», pero allí «la crisis humanitaria es muy fuerte y en algunas otras ciudades».
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— Ayuda a la Iglesia Necesitada (@AyudaIglesNeces) March 10, 2022
Explicó que en la nunciatura se prepararon «con provisiones antes del comienzo de la guerra porque se percibía que la guerra era muy probable». «Sé personalmente que algunas familias que no se lo creían, la guerra les sorprendió sin provisiones suficientes para más de 2 o 3 días. Gracias a Dios, en los últimos días alguna ayuda logró llegar a Kiev. Además, hay organizaciones como Caritas o grupos de voluntarios que traen comida de ciudades cercanas, sabiendo que Kiev está expuesta a un ataque militar más fuerte. Siempre es gratis. La solidaridad es total. Es difícil saber en qué nivel están todas las familias y cuántos días pueden aguantar. Pero ciertamente la crisis humanitaria es muy fuerte», ratificó.
«Durante todo este periodo no salí a la calle porque no es recomendable. Pero sobre todo me falta el tiempo. Me contacta muchísima gente, llegan peticiones y ofertas de ayuda humanitaria que en estos momentos es muy difícil de organizar. Porque hay mucha demanda y oferta, pero en regiones como el centro de Kiev, la logística es muy difícil. Por lo que nos vemos obligados a estar al teléfono todo el tiempo para manejar solicitudes y ayudas», sostuvo Kulbokas, quien se refirió al estado de ánimo de la gente. «No puedo hablar en nombre de toda la población, pero puedo hablar de las personas que veo personalmente: los sacerdotes, los voluntarios o los colaboradores de la nunciatura. Hay mucha preocupación, pero podría describir el estado de ánimo como ‘valeroso’. Sentimos que esta tragedia debemos enfrentarla juntos, ayudarnos y orar mucho», destacó.
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