«Muchos sacerdotes y monjas viven en tiendas de campaña al borde del bosque en Birmania»

El obispo electo de Loikaw, Celso Ba Shwe, habló de la situación que atraviesan en Birmania, tras ser nombrado al frente de la jurisdicción eclesiástica de la capital del estado oriental de Kayah, uno de los lugares más afectados por el conflicto civil, pero también una de las ciudades donde está más radicada la presencia cristiana en el país. «Hay 40 parroquias en la diócesis, pero la mitad están desplazadas», afirmó.

«Muchos sacerdotes y monjas viven

El obispo electo de Loikaw, Celso Ba Shwe, precisó que «muchos sacerdotes y monjas viven en tiendas de campaña al borde del bosque», al referirse a la situación que atraviesan, tras ser nombrado por Francisco, el miércoles 29 de marzo, al frente de la jurisdicción eclesiástica de la capital del estado oriental de Kayah, uno de los lugares más afectados por el conflicto civil, pero también una de las ciudades donde está más radicada la presencia cristiana en Birmania. Durante 2 años, la diócesis no contaba con un pastor propio tras el fallecimiento del anterior prelado.

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«Es una situación difícil, pero Dios me pidió que haga algo por mi pueblo. Estoy contento, pero también subordinado a la voluntad de Dios y por eso trataré de hacer lo mejor posible de mi parte. Es una gran responsabilidad y un gran reto el que me dieron», indicó el prelado, quien habla del clima que viven desde el golpe de Estado de febrero de 2021, con el que el ejército derrocó al anterior gobierno civil liderado por Aung San Suu Kyi e inició un conflicto interno. La Iglesia en Loikaw es objeto de repetidos bombardeos, por lo que decenas de miles de personas huyeron en busca de refugio en otros pueblos y en el bosque.

Ba Shwe aseguró que «la situación de la diócesis es la típica de esta realidad», al hablar de la guerra civil. «Hay 40 parroquias en la diócesis, pero la mitad están desplazadas. Muchos sacerdotes y monjas también se alojan en tiendas de campaña en campamentos de refugiados o en el bosque. En los 2 años que no tuvimos obispo, yo fui administrador diocesano. Fue muy exigente porque esperábamos que la crisis —tras el golpe de Estado— durara unos meses y en cambio después de más de 2 años todavía estamos en esta situación. Es un trauma para mí ver sufrir a mi pueblo y estoy un poco cansado, pero sé que Dios me ayudará y protegerá en esta tarea», lamentó.

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