Miles de peregrinos de todas partes del mundo procesionan a la luz de las velas al santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en Portugal, en la noche del miércoles 12 de octubre. Los fieles recorrieron el corazón de la basílica para celebrar la solemnidad de su Consagración a la Virgen de Fátima, quien se apareció por última vez a los pastorcitos el 13 de octubre de 1917, cuando ocurrió «el milagro del sol».
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El obispo de Leiria y Fátima, José Ornelas, que encabezó la procesión, fue quien el jueves 13 de octubre presidió una Misa en la que participaron numerosos peregrinos. El prelado, respecto a la arquitectura de la basílica construida en el lugar de las apariciones, destacó que «se abre como si abriera los brazos a los peregrinos llevándolos por el lugar de la revelación de María a los pastorcitos hasta el altar de Dios». Además, afirmó que el santuario de Fátima se trata «de un lugar de encuentro y reafirmación de la fe e identidad cristiana» de miles de peregrinos que acuden hasta él cada día.
Ornelas invitó a los presentes a ser «testigos y misioneros de la luz y de la fuerza y esperanza que el santuario pone en sus vidas», después de que miles de peregrinos procesionan a la luz de las velas al santuario. «Nuestro encuentro nos permite continuar el camino de la vida, hasta el encuentro definitivo con el verdadero Santuario de la vida, que no tiene fin. Este santuario dedicado a María nos enseña a ser una misma Iglesia unida en la fe y a caminar juntos como Iglesia sinodal para llevar a Cristo al mundo», aseguró el prelado, tras destacar que los 3 pastorcitos eran «niños sin riquezas y sin escuela, pero con un gran corazón, parecido al de Dios».
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