MALÍ: LIBERTAD RELIGIOSA.
Por Jennifer Almendras.
Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
El ‘Informe de Libertad Religiosa en el Mundo 2023’ (ILR) indicó que «la Constitución de Mali declara que el país es un Estado laico que garantiza a todos los ciudadanos los mismos derechos con independencia de su filiación religiosa». «La naturaleza laica del Estado está consagrada en el Preámbulo. Se establece que «todos los malienses nacen y viven libres e iguales en derechos y deberes. Está prohibida cualquier discriminación basada en el origen social, el color, el idioma, la raza, el sexo, la religión o la opinión política» —artículo 2—. Se garantiza el derecho a la libertad de culto y el derecho a profesar la propia fe mediante actos de culto individuales o colectivos; asimismo, se respeta ‘el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia, religión, culto, opinión, expresión y creación respetando la ley’», sostuvo.
«Mali es un país en el que predomina la rama suní del islam. Cerca del 13% de la población pertenece a otras religiones. Los cristianos constituyen poco más del 2%, siendo dos tercios de ellos católicos y el otro tercio protestantes. Mali también alberga religiones africanas tradicionales —casi un 9% de la población—; algunos musulmanes y cristianos incorporan también tradiciones africanas a sus observancias rituales. Entre las fiestas nacionales oficiales se encuentran las festividades cristianas de Navidad y Todos los Santos, y las islámicas del Mawlid —el nacimiento del Profeta— y Aíd al Fitr —el final de Ramadán—. En septiembre de 2020, tras el golpe militar de agosto, el Gobierno de transición adoptó la Carta de Transición, por la que se aprobaba la validez de la Constitución de 1992, que «definía el país como laico y prohibía la discriminación religiosa ante la ley». La ley penaliza las violaciones de la libertad religiosa», precisó el informe.
Incidentes y evolución
El ILR explicó que «durante los últimos 9 años, Mali ha sido testigo de un aumento de la insurgencia yihadista». «En el período estudiado en este informe, las regiones septentrional y central de Mali han sido escenario de una serie de violentos atentados terroristas nacionales y regionales. Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, ‘la violencia vinculada a los grupos militantes islámicos Yamaat Nasr al Islam wal Muslimin —Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes— y Estado Islámico en el Gran Sáhara ha aumentado un 70% en 2021 respecto al año 2020’. Los representantes religiosos católicos y musulmanes han seguido condenando el aumento de la violencia yihadista. En concreto, los líderes musulmanes han criticado las interpretaciones extremas de la sharía; por su parte, los extremistas, es decir, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, han atacado indiscriminadamente a cristianos, musulmanes y comunidades religiosas tradicionales mediante atentados perpetrados en múltiples ciudades de la región de Mopti», enfatizó, al reiterar que «también los misioneros cristianos han ‘manifestado su preocupación por el aumento de la influencia de organizaciones violentas y extremistas en zonas remotas, y los representantes de Caritas han explicado cómo los grupos armados imponen prohibiciones sobre el alcohol y el cerdo y obligan a las mujeres de todas las confesiones a llevar velo’».
Denunció que «además, a los cristianos de algunas zonas de Mali se les impide el culto religioso —en concreto, la celebración de la Misa— porque hay imanes malienses que atacan verbalmente a los cristianos en sus predicaciones, lo que empeora su ya precaria situación». «Estos ataques verbales, unidos a ‘frecuentes amenazas personales directas, por ejemplo llamadas telefónicas anónimas amenazadoras’, han provocado ‘una psicosis en el seno de las comunidades cristianas’. Los yihadistas ‘intentan imponer la sharía’, lo que hace crecer la cantidad de refugiados. Según un informe de ACNUR, ‘el número de desplazados internos malienses […] superaba los 400 000 a finales de septiembre de 2021’. Ante la violencia casi omnipresente, los incidentes que se indican a continuación son solo representativos. El 21 de junio de 2021, el padre Léon Dougnon fue secuestrado por un grupo armado no identificado junto con otros cuatro fieles laicos en Mopti —centro de Mali—. Unas horas más tarde, dejaron en libertad a los cuatro laicos, pero los yihadistas mantuvieron detenido al padre Dougnon. Finalmente, tres semanas después, le pusieron en libertad», afirmó.
«El 8 de octubre de 2021, una monja colombiana, Gloria Cecilia Narváez Argoti, de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, fue liberada tras casi 5 años cautiva de Yamaat Nasr al Islam wal Muslim —Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes—. Había sido secuestrada el 7 de febrero de 2017 en la aldea de Karangasso, en la región meridional de Sikasso, zona supuestamente segura del país, donde ejercía su ministerio entre los pobres. En una entrevista concedida a Ayuda a la Iglesia Necesitada, la hermana Gloria compartió la oración que solía rezar en su cautiverio: ‘Dios mío, es duro estar encadenada y recibir golpes, pero vivo este momento tal y como me lo presentas […] Y a pesar de todo, no quisiera que ninguno de estos hombres —es decir, sus captores— sufriera daño’. Y añadió: ‘Me hicieron repetir fragmentos de oraciones musulmanas y vestir prendas de estilo islámico, pero siempre hice saber que nací en la fe católica, que crecí en esa religión, y que por nada del mundo cambiaría eso, aunque me costara la vida’. Según el sacerdote católico de Barapreli, los terroristas y otros grupos armados han seguido prohibiendo el catolicismo y, en su lugar, enseñan el islam, imponiendo la sharía a los fieles católicos de la zona. Añadió que obligan a la comunidad cristiana local de Didja a aprender el Corán y a realizar las oraciones prescritas por el islam. No obstante, los representantes de Caritas indicaron que la mayoría de las iglesias católicas del país podían permanecer abiertas», aseveró el ILR.
Futuro de la libertad religiosa
El informe lamentó que «Mali está atrapado en una red de violencia entre los combatientes del Gobierno de transición, los mercenarios, entre ellos el grupo Wagner, y los yihadistas que han perpetrado una avalancha de atentados», por lo que en general, «la situación actual dibuja un futuro sombrío para todos los derechos humanos, incluida la libertad de religión».
MALÍ: LIBERTAD RELIGIOSA.