Líderes musulmanes de las tres ramas del islam libanés, por primera vez, condenaron en una extraña declaración conjunta los atentados en París, Niza y Viena, el 5 de noviembre pasado, al aseverar que están cansados de «crímenes cometidos al grito de ‘Allah Akbar'», tal como luego explicó el copresidente del Comité Nacional para el Diálogo Islámico-Cristiano, Mohammad Sammak. El texto en el que rechazó cualquier vínculo entre estos crímenes y el islam —que parece estar envuelto en una connotación política— fue firmado por el muftí de la República del Líbano Cheikh Abdel Latif Deriane, el presidente del Consejo Superior Islámico Chií, jeque Abdel Amir Kabalan y el jeque Akl de la comunidad drusa, Naïm Hassan.
«Seguimos condenando de la manera más enérgica a los asesinos, y advertimos contra la identificación de estos mismos crímenes con el islam. Las acusaciones de estos criminales según las cuales cometen sus masacres en nombre de la religión, en realidad la contradicen y ellos mismos se hacen enemigos de la fe que dicen defender», sostuvieron los líderes religiosos, que pidieron que se investigue quién «promueve, financia y comete estos crímenes». Sammak comentó la declaración para L’Orient-Le Jour, de la que también es uno de los inspiradores, al indicar que también ocupa el cargo de secretario general de la comisión permanente de la cumbre espiritual islámica.
«¡Estamos cansados de escuchar hablar de crímenes cometidos en nombre de Dios, al grito de Allah Akbar! ¡Era nuestro deber, y también el deber que nos impone ser hombres de fe, denunciar estos crímenes intolerables!», aseveró Sammak, después que le señalen que su declaración va «contracorriente», dado que condena a los asesinos en nombre de la religión, mientras en muchas partes del mundo islámico, incluido el Líbano, se elevan voces de condena contra Francia y la ofensa al islam. «Es intolerable que una gran corriente islámica moderada, como la que está presente en el Líbano, permanezca silenciosa e inerte ante lo que constituye la negación misma del islam. La responsabilidad que recaía sobre nosotros, iba mucho más allá del hecho de ser líderes religiosos. Era de carácter nacional. En cierta forma nos dimos cuenta de que cada vez que la coexistencia se debilita en algún lugar del mundo, también se debilita dentro del Líbano», insistió.
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