LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA Y LAS LECCIONES DE LA HISTORIA (8). La oportunidad de la pandemia
Continuación de Y ahora, ¿la Eucaristía ha quedado demasiado cerca?
Por Silvio Pereira.
9. Los comienzos del nuevo siglo:
Hacia finales del siglo XX se acuñó el término ‘posmodernidad’ con el cual se quería dar cuenta de un período de transición. El debate se dividía entre quienes creían que los signos epocales remitían a «los últimos movimientos y desarrollos de la modernidad» y quienes postulaban que un nuevo tiempo ya había comenzado. Pero adentrados en el siglo XXI aquella situación de malestar y desorientación creció tanto en incertidumbre que se escuchaba afirmar: «No se trata de una época de cambios sino de un verdadero cambio de época». Una cultura se está muriendo y otra está naciendo y nadie termina aún de poder describir el contenido de esta transición; menos vislumbrar su horizonte.
Y obviamente la Iglesia en el mundo también se moviliza a tientas. Últimamente se percibe el descontento de una porción de fieles, quienes piensan que la Iglesia –en su cúspide jerárquica y en sus pensadores de moda- ha cambiado su posición y está generando un ‘nuevo alineamiento’. Mientras el mundo con la pandemia habla del «gran reinicio», una suerte de reseteo global y de nueva gobernanza planetaria; a algunos cristianos les parece que la Iglesia ha perdido esa distancia crítica y en cierto punto contra-cultural por evangélica y se ha puesto a «bautizar y fundamentar entusiastamente el nuevo orden». Objetivamente podríamos decir que durante la pandemia los episcopados no parecen haber tenido una voz que se distinguiera demasiado de los funcionarios civiles, más bien han permanecido en silencio. Y el silencio, ¿otorga o deniega?
El Jubileo del Tercer Milenio ha sido luminoso y cargado de esperanza. Creo que aún no hemos asimilado la riqueza de gracia de aquellos años. Tal vez debamos retomar la espiritualidad delineada por san Juan Pablo II al comenzar el tercer milenio cristiano, fundada en la contemplación del Rostro y en la Iglesia escuela de comunión, en la santidad como programación pastoral y en la nueva evangelización animándonos a navegar mar adentro para echar las redes. Tal vez debiéramos atender a las señales ofrecidas por Benedicto XVI —quien siendo protagonista del Concilio— en su magisterio petrino pareció retomar cuestiones tan clásicas como las Virtudes Teologales o la enseñanza de los Santos Padres. Me han enseñado que «en tiempo de desolación no hacer mudanzas». ¿Son estos tiempos propicios para lanzarnos hacia innovaciones inciertas o es necesaria algún ancla para afirmarnos en la tormenta?
El divorcio entre la fe y la vida
Esta expresión ya es altamente conocida y me parece describe bien la situación eclesial que ha eclosionado masivamente con la pandemia. Adelanto el tema a tratar: ¿cómo es posible que se dispense tan fácilmente la Eucaristía en estos tiempos de crisis y a la vez se sostenga una enseñanza magisterial tan sublime sobre ella? Entre lo que proclama la fe y lo que nos permitimos vivir parece haber una distancia grande.
Quiero recorrer con ustedes algunos puntos centrales de un texto que sabemos recoge la enseñanza de los siglos y las fuentes del Concilio Vaticano II. ¿Qué nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre nuestra fe en la Eucaristía?
Tres principios:
- La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida eclesial. Nº 1324 La Eucaristía es «fuente y cima de toda la vida cristiana. Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua».
- La Eucaristía hace a la Iglesia. Nº 1325 «La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del Pueblo de Dios por las que la Iglesia es ella misma. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por él al Padre».
- La Eucaristía es tránsito hacia la gloria y primicia de la eternidad. Nº 1326 «Finalmente, por la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos».
Establecidos estos principios sobre la naturaleza de la Eucaristía no podemos menos que concluir su centralidad absoluta en la vida eclesial. La Iglesia vive de la Eucaristía, titulaba el documento magisterial de san Juan Pablo II. Vuelvo entonces a preguntar: ¿si es tan central y configurativa de la identidad de la Iglesia como puede limitarse su acceso por largo tiempo? ¿En tiempos de crisis, cuando hacen más falta que nunca los ‘remedios de la salvación’, debemos priorizar la acción de los hombres o la acción de Dios? El Catecismo elabora una conclusión teológica que no parece corroborarse en la vida eclesial actual.
Nº 1327 «En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: ‘Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar’».
Podemos avanzar considerando no solo la naturaleza sino los efectos de la comunión eucarística. Pienso que en este punto el Catecismo no exagera para nada, hasta creo incluso que se queda corto. Contemplemos su enseñanza sobre la gracia que realiza en nosotros la comunión sacramental.
LA OPORTUNIDAD DE LA PANDEMIA. Por Silvio Pereira
El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal.