LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA Y LAS LECCIONES DE LA HISTORIA (5). ¿La Eucaristía ha quedado demasiado lejos?

Continuación de La modernidad y la elevación del sujeto.

Por Silvio Pereira.

7. Modernismo y Anti-Modernismo

Demasiado concentrada en la polémica con la Reforma, la Iglesia advertirá tarde el otro peligro que la amenazaba. El racionalismo elevaría al ‘SUJETO’ de tal forma que la preponderancia del individuo por sobre el colectivo invocará nuevos derechos y corroerá todo el armado social previo. Un empuje revolucionario cambiará drásticamente la política y la concepción del Estado. La ruptura entre la Iglesia y el poder civil escalará a su máxima distancia.

El auge de la ciencia propondrá como ‘oscurantismo’ toda la visión y sabiduría propia de la fe. Y un creciente proceso de desacralización de la realidad —secularismo— reclamará el valor absoluto de la inmanencia del mundo y la «muerte de toda trascendencia evasiva de la historia». Que «Dios ha muerto y que el hombre lo ha matado» será la sentencia para afirmar la libertad omnipotente del Sujeto que emerge pretendidamente todopoderoso sobre la faz del nuevo mundo.

La revolución industrial en olas y la entronización de la técnica, las nuevas democracias y la movilización de las masas, los nuevos modelos económicos y políticos mundiales, la fe en la historia y su progreso ilimitado. Todo el mundo está cambiando a velocidad nunca vista. Parece todo posible para el hombre que se entroniza a sí mismo y surge autónomo y liberado de toda dependencia natural o divina. La Modernidad deja todo atrás como superado. No se apoya en lo previo, lo destruye. Sólo parece saber construir algo nuevo sobre las humeantes ruinas.

Y la Iglesia llegará siempre demasiado tarde a este proceso, lo irá como corriendo por detrás. Primeramente optará por la controversia y la condena de errores bien visibilizada en el «juramento antimodernista» y levantará muros defensivos para mantener incontaminados a los fieles. Esta separación purista del mundo de su tiempo y esta concentración de sus energías en la contienda apologética debilitará profundamente el impulso evangelizador.

Agrietadas las defensas y ya no pudiendo contener la infiltración de los nuevos planteos iniciará un proceso de diálogo que a mi ver nos llevará al Concilio Vaticano II. Allí la Iglesia intentará abrazar a la Modernidad, asumiéndola y reencausándola evangélicamente. Pero lamentablemente creo que nuevamente llegará tarde. De hecho creo que la Iglesia a comienzos del siglo XXI todavía esta entrampada en la ‘cuestión moderna’ que ni ha sabido resolver ni dejar atrás. La historia de los hombres parece situarse mucho más allá del alcance de su mirada.

Lección 3: ¿La Eucaristía ha quedado demasiado lejos?

Sabemos por el siguiente momento de la historia —el siglo XX— que la Iglesia discernirá que era necesario devolver al pueblo fiel a una práctica más frecuente de la comunión sacramental. ¿Es que la Eucaristía ha quedado demasiado lejos? En principio entre la Iglesia y el mundo de su tiempo la falta de diálogo es estridente. La tensión apologética ha tomado la época por entero: hacia el interior de la Iglesia en la polémica contra Lutero y sus seguidores, y en la relación con el mundo por la disputa anti-modernista.

La Iglesia ha sido golpeada en todos sus flancos y se defiende cual ciudad sitiada. Las polémicas siempre extreman los argumentos y la demonización mutua de los oponentes. Un profundo desacuerdo ha surgido entre la Iglesia y la realidad cotidiana de su tiempo. El distanciamiento será inexorable.

Ni las separaciones puristas ni las prácticas de la reparación parecen contener a los fieles dentro de los invisibles muros eclesiales. Aunque las condenas se multipliquen y el pecado sea visto amenazante en todos lados, la fuga de fieles no cede.

La espiritualidad ha renunciado a la contemplación como posibilidad para todos —aquel ideal de la Devoción Moderna— y ha dejado atrás como demasiado ‘excepcional’ el siglo de oro de la Mística. Ahora los esfuerzos parecen dirigidos a diseñar una espiritualidad que apunte a las ‘devociones populares’ y los ‘ejercicios piadosos’.

¿Será el antídoto oportuno para las masas subyugadas por la Modernidad emergente? Una serie de revelaciones privadas dan origen a devociones que plantean ejercicios prácticos y frecuentes —que se superponen al ritmo del año litúrgico—. Así como contraparte del remedio también crece otra enfermedad: entre el culto público y la devoción privada se van delimitando ámbitos cada vez menos conexos.

En ese contexto la comunión eucarística también se vuelve un acto propio del sujeto individuo y se pierde el sentido comunitario. Así se extiende la costumbre de recibir la Eucaristía fuera de la Misa y se estipulan habitualmente en los templos jornadas y horarios para tal práctica. La marcada conciencia de pecado y el rigorismo moral provocan también el recurso frecuente a la ‘comunión espiritual’.

Todo el período histórico parece terminar en una decadente ‘espiritualidad a la defensiva’, con tendencia individualista, que finalmente ni alcanzará para sostener la identidad ni tendrá suficiente vuelo para evangelizar el nuevo orden del mundo.

En tanto la Eucaristía parece ser celebrada lejanamente dentro de la Iglesia. Distante queda la Eucaristía del mundo como lo está la Iglesia. Pero también distante queda la Eucaristía de la mayoría de los fieles que la han sustituido total o parcialmente con devociones privadas y ejercicios piadosos.

¿LA EUCARISTÍA HA QUEDADO DEMASIADO LEJOS? Por Silvio Pereira.

El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal.

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