La celebración de Pentecostés en Jerusalén

Francesco Patton, custodio de Tierra Santa, reflexionó que «el del Espíritu Santo es un don esencial para ambos porque el Espíritu Santo es quien nos permite entendernos», en la iglesia de San Salvador. «Nos damos cuenta de que necesitamos que el Espíritu Santo sostenga nuestra oración que es precisamente un gemido, una oración sin palabras», sostuvo.

Los franciscanos celebraron la Vigilia de Pentecostés en la iglesia de San Salvador, en Jerusalén, al conmemorar en la liturgia aquellos acontecimientos históricos en los que el Espíritu se reveló en la historia de la humanidad. Francesco Patton, custodio de Tierra Santa, reflexionó que «el del Espíritu Santo es un don esencial para ambos porque el Espíritu Santo es quien nos permite entendernos».

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«Suelta las lenguas pero también abre los oídos, por eso crea comunicación y es condición previa para la comunión fraterna, eclesial y también social», reflexionó Patton. «Nos damos cuenta de que necesitamos que el Espíritu Santo sostenga nuestra oración que es precisamente un gemido, una oración sin palabras. De tal manera que esta oración llegue al corazón de Dios y desde el corazón de Dios nuevamente a través del Espíritu llegue a la humanidad, la reconciliación y la paz, esto es lo que necesitamos», aseguró.

Frailes y peregrinos fueron en procesión desde la Iglesia de San Salvador hasta el Cenáculo donde se rezó las vísperas, el domingo 19 de mayo por la tarde. Los fieles residentes aquí, pero venidos de todo el mundo, rezaron el Padrenuestro cada uno en su propia lengua y luego en latín, para mostrar que en un único sujeto histórico que es la Iglesia, el milagro de las lenguas nunca terminó.

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