Israel apoya a los colonos judíos en expropiación de las tierras cristianas, dado que una zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO cerca de Belén se encuentra en la mira de los colonos y del gobierno. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, anunció la construcción de un nuevo asentamiento en Jabal al-Makhrur, en la zona de Beit Jala, cerca de Belén. Apenas se conoció la noticia, se produjo una inmediata intervención de colonos y del ejército con ataques conjuntos y la consiguiente expulsión de pobladores. Ciudadanos y activistas respondieron con una sentada de protesta y se niegan a irse para defender una de las últimas aldeas cristianas palestinas de la región.
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Suscríbase al boletín de VenL«Ninguna decisión anti-israelí detendrá la expansión de los asentamientos. Continuaremos luchando contra el peligroso proyecto de crear un Estado palestino construyendo hechos sobre el terreno», afirmó Smotrich. La zona que afecta el nuevo asentamiento ilegal desde hace mucho tiempo se encuentra en la mira de las autoridades israelíes, especialmente de la facción encabezada por el ministro de Finanzas y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir. Analistas y expertos explicaron que el nuevo proyecto es una nueva expropiación de lo que queda de tierra palestina en la zona de Belén, reducida a poco más del 10% respecto de sus orígenes para expandir la «soberanía judía».
En particular el nuevo asentamiento abarca un total de aproximadamente 60 hectáreas (148 acres) y recibió la aprobación preliminar junto con otros 4 en junio pasado. El movimiento activista israelí contra la ocupación ‘Peace Now’ sostuvo que limitará directamente con la aldea palestina de Battir, un sitio del patrimonio mundial conocido por sus terrazas agrícolas escalonadas, viñedos y olivares. La entidad denunció que el proyecto es «un ataque» a una zona conocida «por sus antiguas terrazas y sus sofisticados sistemas de riego, evidencia de miles de años de actividad humana». «Lo que está pasando en Cisjordania es muy grave, desde los enfrentamientos con los colonos hasta los crecientes asentamientos», sostuvo el padre Ibrahim Faltas, vicario de la Custodia de Tierra Santa.
La cristiana palestina con ciudadanía israelí, Alice Kisiya, y su familia, descubrieron el 31 de julio pasado que habían sido expulsados y no podían acceder a sus tierras porque los colonos habían colocado un portón. Estos tomaron el control de la propiedad con la aprobación del ejército y las autoridades del Estado judío. La mujer explicó que, a pesar de la documentación que presentó ante la policía y al ejército, se vio obligada a abandonar su propiedad porque había sido designada como «zona militar» y estaba prohibido ingresar. Esta disposición no se aplica a los colonos, que son libres de tomar posesión y explotarla. La familia reivindicó la propiedad de la tierra desde hace al menos 40 años y libró una larga y costosa batalla legal para hacer valer sus derechos. «Llevamos más de 20 años luchando. Estamos agotados económica, psicológica y físicamente. Pero no nos rendimos», aseveró.
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