FRATELLI TUTTI: SAN FRANCISCO Y LA MISERICORDIA ENTRE LOS HERMANOS (4).

Continuación de Fratelli tutti: San Francisco y la misericordia entre los hermanos (3).

Por Alejandro Antonio Zelaya.

La tentación de la violencia

El Papa habla a los cristianos que dudan y se sienten tentados a ceder ante cualquier forma de violencia, poniendo como ejemplo a Jesús que frente al discípulo cebado por la violencia le dijo con firmeza: «¡Vuelve tu espada a su lugar!, pues todos los que empuñan espada, a espada morirán (Mt 26,52). Era un eco de aquella antigua advertencia: Pediré cuentas al ser humano por la vida de su hermano. Quien derrame sangre humana, su sangre será derramada por otro ser humano (Gn 9, 5-6)» (Fratelli tutti, 270).

San Francisco y santa Teresa de Lisieux

La misericordia de este calibre la encontramos en santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Ella, en su gran amor por los pecadores, busca su conversión y se hace madre espiritual de ellos. ¡Cuánto nos recuerda también a los caminos que el Papa hoy propone para la Iglesia: Maternidad y ternura! Teresa es madre espiritual y se hace hermana de todos; es fraterna totalmente.

Ella reza por el gran criminal Pranzini para que muestre una señal de arrepentimiento: «Oí hablar de un gran criminal que acababa de ser condenado a muerte por unos crímenes horribles. Todo hacía pensar que moriría impenitente. Yo quise evitar a toda costa que cayese en el infierno, y para conseguirlo empleé todos los medios imaginables. Sabiendo que por mí misma no podía nada, ofrecí a Dios todos los méritos infinitos de Nuestro Señor y los tesoros de la Santa Iglesia…. En el fondo de mi corazón yo tenía la plena seguridad de que nuestros deseos serían escuchados. Pero para animarme a seguir rezando por los pecadores, le dije a Dios que estaba completamente segura de que perdonaría al pobre infeliz de Pranzini, y que lo creería aunque no se confesase ni diese muestra alguna de arrepentimiento, tanta confianza tenía en la misericordia infinita de Jesús; pero que, simplemente para mi consuelo, le pedía tan sólo una señal de arrepentimiento…» (Manuscrito A 45v-46r).

«Mi oración fue escuchada al pie de la letra. A pesar de que papá nos había prohibido leer periódicos, no creí desobedecerle leyendo los pasajes que hablaban de Pranzini. Al día siguiente de su ejecución, cayó en mis manos el periódico ‘La Croix’. Lo abrí apresuradamente, ¿y qué fue lo que vi…? Las lágrimas traicionaban mi emoción y tuve que esconderme…. Pranzini no se había confesado, había subido al cadalso, y se disponía a meter la cabeza en el lúgubre agujero, cuando de repente, tocado por una súbita inspiración, se volvió, cogió el crucifijo que le presentaba el sacerdote ¡y besó por tres veces sus llagas sagradas…! Después su alma voló a recibir la sentencia misericordiosa de Aquel que dijo que habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por los noventa y nueve justos que no necesitan convertirse…» (Manuscrito A 45v-46r).

Teresa llama a Pranzini su ‘primer hijo’ porque lo puso en contacto con la sangre de Jesús, con las llagas de Jesús. Teresa ya había tomado la resolución fundamental que orientará toda su vida hacia la salvación de sus hermanos: «Tomé la resolución de estar siempre con el espíritu al pie de la cruz para recibir el rocío divino que goteaba de ella, y comprendí que luego tendría que derramarlo sobre las almas”. Es un amor de madre pero también de ‘hermana’, en este espíritu fraterno de amar a todas las almas, a todo ser humano. ¡Cuánto nos recuerda al espíritu fraterno de Francisco que recomienda al Ministro de hacerse misericordia con el más pecador, y el más pecador de todos!».

Fragmentos de la oración del Santo Papa Juan Pablo II a San Francisco de Asís

Tú, que acercaste tanto a Cristo a tu época,
ayúdanos a acercar a Cristo a la nuestra,
a nuestros tiempos difíciles y críticos.

¡Ayúdanos!

Estos tiempos esperan a Cristo con gran ansia,
por más que muchos hombres de nuestra época no se den cuenta.
¿No serán tiempos que nos preparen a un renacimiento de Cristo,
a un nuevo Adviento?

Nosotros manifestamos cada día
en la plegaria eucarística
nuestra esperanza, dirigida a Él solo,
Redentor y Salvador nuestro,
a Él que es cumplimiento de la historia del hombre y del mundo.

Ayúdanos, San Francisco de Asís,
a acercar Cristo a la Iglesia y al mundo de hoy.

Tú, que has llevado en tu corazón
las vicisitudes de tus contemporáneos,
ayúdanos, con el corazón cercano al corazón del Redentor,
a abrazar las vicisitudes de los hombres de nuestra época:
los difíciles problemas sociales,
económicos, políticos,
los problemas de la cultura
y de la civilización contemporánea,
todos los sufrimientos del hombre de hoy,
sus dudas, sus negaciones, sus desbandadas,
sus tensiones, sus complejos, sus inquietudes…

Ayúdanos a traducir todo esto
a un lenguaje evangélico sencillo y provechoso.

Ayúdanos a resolver todo en clave evangélica,
para que Cristo mismo pueda ser «Camino-Verdad-Vida»
para el hombre de nuestro tiempo.

Así te lo pide a Ti,
hijo santo de la Iglesia, hijo de la tierra italiana,
el Papa Juan Pablo II, hijo de la tierra polaca.
Espera que no se lo niegues, que le ayudarás.
Has sido siempre bueno
y te has apresurado siempre a ayudar a cuantos a Ti se han dirigido.

(Basílica de San Francisco, Asís, Italia. Domingo 5 de noviembre de 1978).

FRATELLI TUTTI: SAN FRANCISCO Y LA MISERICORDIA ENTRE LOS HERMANOS (4).

El padre Alejandro Antonio Zelaya es miembro del Equipo de Formación Permanente del Clero de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

Foto principal: Cathopic.

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