FRATELLI TUTTI: SAN FRANCISCO Y LA MISERICORDIA ENTRE LOS HERMANOS (2).

Continuación de Fratelli tutti: San Francisco y la misericordia entre los hermanos (1).

Por Alejandro Antonio Zelaya.

Fraternidad abierta al mundo

San Francisco coloca la compasión, el consuelo y la misericordia en las relaciones fraternas; pues no es una cuestión individual de algunos ministros o hermanos: «Y, cuando puedas, comunica a los guardianes que por tu parte estás resuelto a obrar así». Es una actitud que debe ser general en la vida de la Orden, puesto que la obediencia tiene su sede en la fraternidad. De hecho, la parte final de la Carta, es la reglamentación de esta actitud de misericordia para toda la Orden: «En cuanto a todos los capítulos, que hay en la Regla, que hablan de los pecados mortales, con la ayuda del Señor en el capítulo de Pentecostés, con el consejo de los frailes, haremos un capítulo de este tenor: Si alguno de los frailes, instigándolo el enemigo, pecare mortalmente, esté obligado por obediencia a recurrir a su guardián. Y todos los frailes que sepan que ha pecado, no le causen vergüenza ni detracción, sino tengan gran misericordia acerca de él, y mantengan muy oculto el pecado de su hermano; porque no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos (Mt 9,12). Igualmente, por obediencia estén obligados a enviarlo a su custodio con un compañero. Y el custodio mismo atiéndale misericordiosamente, como él querría que se le atendiese, si estuviera en caso semejante. Y si cayere en otro pecado venial, confiéselo a un hermano suyo sacerdote. Y si no hubiere allí sacerdote, confiéselo a un hermano suyo, hasta que haya sacerdote que lo absuelva canónicamente, como se ha dicho. Y éstos no tengan enteramente potestad de imponer otra penitencia sino ésta: Vete y no peques más (cf. Jn.8, 11)».

Los hermanos están llamados a expresar la misericordia que se vive en las relaciones internas. La fraternidad franciscana abarca a todos los humanos, ‘amigos o enemigos’, porque son sus hermanos, ya que su Padre hace salir el sol para todos (Cf. Lc. 6,27-36; Mt 5,45. Mt 5,45; 25,35-40). La misericordia no es un acto individual, ‘sino comunitario’; es hacia donde conduce la vida evangélica que Francisco ha trazado para la Orden dentro del seno de la Iglesia; por eso manda reglamentarla, para que nunca se olvide ni la justicia ni el amor misericordioso del Señor, que es el único camino de la salvación histórica y eterna.

Fratelli tutti

Así como san Francisco escribe su Carta, nuestro Papa actual, quien lleva el mismo nombre del santo, nos dirige su Carta Encíclica, la cual fue dada junto a la tumba del mismo Poverello el pasado 3 de octubre de 2020. El Papa nos presenta en ella cómo vivir la fraternidad y la amistad social. Todo lo explicitado en el apartado anterior quizás nos pueden recordar mucho a algunos textos de Fratelli tutti, dada por el Papa Francisco junto a la tumba del mismo Poverello el pasado 3 de octubre de 2020. A continuación paso a citar textualmente algunos párrafos de la misma, los cuales nos podrán hacer relacionar la espiritualidad que nos legara san Francisco y la propuesta del Papa hoy. El mismo espíritu que regalara el Pobre de Asís a la Iglesia de su tiempo, el cual tanto bien hizo en ese tiempo y a través de los siglos, hoy en su versión actual, y para este tiempo, nos lo presenta hoy el Papa Francisco para seguir navegando juntos en la Barca.

Francisco «había entendido que Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios (1 Jn, 4,16). De ese modo fue un padre fecundo que despertó el sueño de una sociedad fraterna, porque sólo el hombre que acepta acercarse a otros seres en su movimiento propio, no para retenerlos en el suyo, sino para ayudarles a ser más ellos mismos, se hace realmente padre. En aquel mundo plagado de torreones de vigilancia y de murallas protectoras, las ciudades vivían guerras sangrientas entre familias poderosas, al mismo tiempo que crecían las zonas miserables de las periferias excluidas. Allí Francisco acogió la verdadera paz en su interior, se liberó de todo deseo de dominio sobre los demás, se hizo uno de los últimos y buscó vivir en armonía con todos» (Fratelli tutti, 4).

Así como el Poverello buscó la fraternidad y caridad en toda su Orden, el Papa nos invita a esta caridad social en ‘todo orden’ también, y en ‘todo el orbe’: «Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en el campo de la más amplia caridad, la caridad política. Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social» (Fratelli tutti, 180).

«Todos los compromisos que brotan de la Doctrina Social de la Iglesia provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40). Esto supone reconocer que el amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. Por esa razón, el amor no sólo se expresa en relaciones íntimas y cercanas, sino también en las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas» (Fratelli tutti, 181).

«Esta caridad política supone haber desarrollado un sentido social que supera toda mentalidad individualista: La caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une» (182).

A partir del amor social es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos. El amor social es una fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su interior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos» (Fratelli tutti, 183).

FRATELLI TUTTI: SAN FRANCISCO Y LA MISERICORDIA ENTRE LOS HERMANOS (2).

El padre Alejandro Antonio Zelaya es miembro del Equipo de Formación Permanente del Clero de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

Foto principal: Cathopic.

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