FRATELLI TUTTI: SAN FRANCISCO Y LA MISERICORDIA ENTRE LOS HERMANOS (1).

Por Alejandro Antonio Zelaya.

La Carta de san Francisco a un ministro

Un ministro provincial solicita a san Francisco retirarse a un eremitorio para dedicarse a la vida contemplativa. San Francisco le dirige una carta sobre la misericordia de Dios basada en la vida de Jesús.

A continuación recurrimos al escrito de Francisco Martínez Fresneda —OFM— para dejarnos iluminar por él con respecto a dicha carta. Francisco habla de la obediencia, la cual reglamenta para toda la fraternidad, para todos los hermanos. Todos, los superiores y súbditos, se tienen que servir mutuamente, porque todos deben obedecer al Señor. En la fraternidad nadie hay autónomo o puede vivir al margen de la obediencia a Dios. Y todos deben relacionarse con la autoridad del Señor Jesús. «Y ningún fraile haga mal o hable mal al otro; sino más bien, por la caridad del espíritu, voluntariamente se sirvan y obedezcan unos a otros. Y esta es la verdadera y santa obediencia de nuestro Señor Jesucristo». Tan es así, que lo que iguala a toda la fraternidad es su ser y relación fraterna, y lo que la distingue es su función. Como unos son cocineros, otros hortelanos, otros limosneros, otros predicadores, otros sacerdotes, así algunos son ministros y otros súbditos, pues ser superior no es un estado que exprese un sentido de vida, por el que se transmite la voluntad del Señor, como sucede en los monasterios, sino que es un ministerio suyo sentido lo da el servicio a los hermanos. De ahí, que los hermanos se deben lavar los pies unos a los otros, como el Jesús hizo en la Última Cena (cf. Jn.13 ,4-6).

San Francisco además dice: «Y en esto quiero conocer si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si hicieres esto, a saber, que no haya algún fraile en el mundo, que haya pecado todo cuanto haya podido pecar, que, después que haya visto tus ojos, nunca se retire sin tu misericordia, si busca misericordia. Y si no buscara misericordia, pregúntale tú si quiere misericordia. Y si pecara mil veces después delante de tus ojos, ámalo más que a mí, para que lo atraigas al Señor; y ten siempre misericordia de los tales. Y, cuando puedas, comunica a los guardianes que por tu parte estás resuelto a obrar así».

El ‘Pobre de Asís’ enseña al Ministro cómo debe salir de sí para recuperar a los hermanos pecadores. Él ya lo había experimentado cuando hizo misericordia con los leprosos. Ahora le toca al Ministro redimir a los hermanos, siguiendo el recorrido del Padre Dios y de su Hijo Jesucristo: ser misericordioso porque Dios es misericordia y se presenta con amor misericordioso cuando perdona la iniquidad de Israel (cf. Éx. 34, 6-9), y también se refrena en aplicar la justicia ante su pecado de infidelidad: Mi corazón se revuelve dentro de mí y al mismo tiempo se conmueven mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera… porque soy Dios, no hombre; el Santo en medio de ti (Os.11, 7-9).

San Francisco enseña al ministro la clave de la revelación cristiana, que antes ha experimentado de una forma muy concreta. Es el recuerdo que hace en el Testamento de su conversión: «El Señor de esta manera me dio a mí, Fray Francisco, el comenzar a hacer penitencia: porque, como estaba en pecado, me parecía extremadamente amargo el ver a los leprosos. Y el Señor mismo me condujo entre ellos e hice misericordia con ellos. Y apartándome de ellos, aquello que me parecía amargo se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo».

La Carta escrita al ministro se relaciona, además, con lo que escribe en la Carta a todos los fieles (42-44): «Pero aquel a quien ha sido encomendada la obediencia y que es tenido como mayor, sea como menor (cf. Lc.22, 26) y siervo de los otros hermanos. Y para cada uno de sus hermanos haga y tenga la misericordia que querría se le hiciese a él, si estuviera en caso semejante. Y no se irrite contra el hermano por el delito del hermano, sino que con toda paciencia y humildad benignamente lo amoneste y soporte». Francisco invoca la Regla de oro para los que desempeñan la autoridad, una ley ética antiquísima, y que también Jesús hace suya: todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella. Pero ello solo es posible si se erradica la ira del corazón y se modela con la humildad y la paciencia. Francisco no solo invita al Ministro que se olvide de sí y se ponga en el lugar del pecador, sino también que se haga pecado, y solo entonces podrá actuar con misericordia. El Ministro no debe comportarse con misericordia, sino que debe ser misericordia. La concepción y experiencia de Francisco es una cuestión teológica, que no ética, porque Dios, cuando sale de sí con relación a su criatura, es amor de misericordia, y el Ministro, situado en la dimensión divina, para recuperar a sus hermanos debe recorrer los mismos pasos que el Señor ha dado para salvar a su criatura: «Y si pecara mil veces después delante de tus ojos, ámalo más que a mí, para que lo atraigas al Señor».

FRATELLI TUTTI: SAN FRANCISCO Y LA MISERICORDIA ENTRE LOS HERMANOS (1).

El padre Alejandro Antonio Zelaya es miembro del Equipo de Formación Permanente del Clero de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

Foto principal: Cathopic.

Dejar respuesta

Por favor ingrese su comentario
Por favor ingrese su nombre