Francisco se despide de Mongolia con inauguración de Casa de la Misericordia

El Pontífice se despidió de Mongolia con la inauguración de la Casa de la Misericordia de Ulán-Bator, una estructura sin precedentes. Sostuvo que la casa es «una expresión concreta de ese hacerse cargo del otro en el que los cristianos se reconocen; donde hay acogida, hospitalidad y apertura a los demás se respira el buen olor de Cristo».

Francisco se despidió de Mongolia con la inauguración de la Casa de la Misericordia de Ulán-Bator, una estructura sin precedentes, puesto que por primera vez, fue creada por iniciativa de la prefectura apostólica de la capital del país de Asia Oriental, con la ayuda de la dirección nacional de las Obras Misionales Pontificias de Australia. El edificio, que fue renovado, albergaba antiguamente un colegio católico, ubicado en el barrio de Bayangol, en la zona central de la ciudad.

📣  Síganos en Telegram

🖐🏽 Colabore con Verdad en Libertad

📫 Suscríbase al boletín de VenL

«Les agradezco de corazón por la acogida, el canto y la danza, así como sus palabras de bienvenida y sus testimonios, los cuales creo que bien pueden resumirse con algunas palabras de Jesús: Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber», indicó el Papa, en el nuevo hogar. El sitio va a recibir de forma temporal a personas en situaciones vulnerables, como inmigrantes y personas sin hogar. Con una clínica, profesionales y voluntarios trabajarán en colaboración con las estructuras sanitarias, la Policía local y los trabajadores sociales.

Sostuvo que la casa es «una expresión concreta de ese hacerse cargo del otro en el que los cristianos se reconocen; donde hay acogida, hospitalidad y apertura a los demás se respira el buen olor de Cristo». «Desde que los primeros misioneros llegaron a Ulán Bator en los años noventa, sintieron inmediatamente la llamada a la caridad, que los llevó a hacerse cargo de la infancia desamparada, de los hermanos y hermanas sin hogar, de los enfermos, de las personas con discapacidades, de los presos y de quienes, en su situación de sufrimiento, pedían ser acogidos», aseguró el Pontífice.

«Fue el mismo gobierno mongol el que pidió la ayuda de los misioneros católicos para afrontar las numerosas emergencias sociales de un país que en ese tiempo se hallaba en una delicada fase de transición política, marcada por una pobreza generalizada. En estos proyectos están comprometidos hasta el día de hoy misioneros y misioneras procedentes de muchos países», enfatizó. El Papa aseguró que la nueva Casa de la Misericordia se propone como punto de referencia para un gran número de acciones caritativas.

Puede interesarle: Francisco llega a Mongolia.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí