Francisco rechaza la imposición del «ateísmo de Estado», durante su discurso en el VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, en el Palacio de la Independencia de Nur-Sultán, el miércoles 14 de septiembre, en el segundo día de su viaje apostólico a Kazajistán. El inicio del congreso ocurrió tras un encuentro privado de oración en el Palacio de la Paz y la Reconciliación con los principales líderes religiosos, entre los que se encontraba el Gran Imán de Al-Azhar, Al-Tayyeb. También estuvo presente un representante del patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, el metropolitano Antonij de Volokolamsk, así como los grandes rabinos de Israel David Lau y Yitzhak Yosef y representantes del sintoísmo, del budismo, del hinduismo o el zoroastrismo.
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El Pontífice habló de los «desafíos globales» que enfrentan los líderes religiosos mundiales de la «humanidad postpandémica», al referirse de modo especialmente a la libertad religiosa. «Es la hora de dejar sólo a los libros de historia los discursos que, por demasiado tiempo, aquí y en otros sitios, inculcaron sospechas y desprecio respecto a la religión, como si fuera un factor de desestabilización de la sociedad moderna. En este lugar es bien conocida la herencia del ateísmo de Estado, impuesto por decenios, esa mentalidad opresora y sofocante por la cual el simple uso de la palabra ‘religión’ era incómodo», sostuvo el Papa Francisco, quien rechaza esta imposición.
Destacó la necesidad de respetar y promover una libertad religiosa que «no puede limitarse a la libertad de culto» sino que también implica «el derecho de toda persona a dar testimonio público de la propia fe». «La libertad religiosa es un derecho fundamental, primario e inalienable, que es necesario promover en todas partes y que no puede limitarse únicamente a la libertad de culto. De hecho, es un derecho de toda persona dar testimonio público de la propia fe; proponerla sin imponerla nunca. Relegar a la esfera de lo privado el credo más importante de la vida privaría a la sociedad de una riqueza inmensa», enfatizó el Papa.
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