Francisco habla del cardenal y obispo emérito de Hong Kong, Joseph Zen, de la relaciones entre la Santa Sede y China, y la situación de la Iglesia en Nicaragua, entre otros temas, en la rueda de prensa que brindó durante el vuelo de regreso a Roma de su viaje apostólico de 3 días Kazajistán, el jueves 15 de septiembre. El Papa fue consultado por los periodistas por Zen, de 90 años, dado que el purpurado irá a juicio del 19 al 23 de septiembre próximo tras ser acusado por asistir y defender los derechos humanos de personas que se manifestaron en Hong Kong.
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«Hay una comisión bilateral Vaticano-China que va bien. Lento, porque el ritmo chino es lento. Tienen una eternidad para seguir adelante», aseguró. »No es fácil entender la mentalidad china, pero hay que respetarla. Yo siempre respeto. En el Vaticano hay una comisión de diálogo que va bien, está presidida por el cardenal Parolin y es en este momento el hombre que más sabe de China y del diálogo con los chinos», consideró. «El cardenal Zen es un hombre mayor, que tiene el juicio en estos días. ¿Creo, no? Y dice lo que siente», indicó el Pontífice, al referirse a la situación del purpurado, que fue arrestado y liberado bajo fianza en mayo pasado. «Se ve que hay limitaciones, más que calificar, porque es difícil, no me siento capaz de calificar. Más que calificar, intento apoyar la vía del diálogo. En el camino del diálogo se aclaran muchas cosas», enfatizó.
El Papa Francisco, que habla de cardenal Zen, también fue consultado también por un mensaje para el pueblo de Nicaragua, tras la situación que atraviesa la Iglesia bajo el gobierno de Daniel Ortega. «Las noticias son claras: hay diálogo. Se habló con el gobierno, hay diálogo. Esto no significa que apruebe todo lo que hace el gobierno ni que lo desapruebe todo, no. Hay diálogo porque existe la necesidad de resolver los problemas. Y ahora mismo hay problemas. Al menos espero que vuelvan las Hermanas de la Madre Teresa», solicitó, al hablar de las Misioneras de la Caridad expulsadas por Ortega el 6 de julio pasado. Destacó que las religiosas expulsadas «son buenas revolucionarias, pero del Evangelio». «No hacen la guerra a nadie, es más, todos necesitamos a estas mujeres. Es un gesto que no se entiende. Esperamos que vuelvan y se reanimen», aseguró.
«Estas son las cosas que no se entienden, poner un nuncio en la frontera es una cosa seria diplomáticamente», lamentó, al recordar a Waldemar Sommertag, quien fuera nuncio en Nicaragua desde 2018 hasta su expulsión por las autoridades gubernamentales en marzo pasado. Sommertag, que fue nombrado recientemente como nuncio en Senegal, Cabo Verde, Guinea-Bissau y Mauritania, fue recibido en audiencia por Francisco, el 12 de septiembre pasado. El nuncio es un buen hombre que ahora fue nombrado en otro lugar. Estas cosas son difíciles de entender incluso de comprender. Pero no es un caso único, en América Latina hay otros. De una parte a otra hay situaciones parecidas», precisó el Pontífice.
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