Francisco exhortó a «invocar a Jesús: ¡Señor, sálvame!», antes de rezar la oración mariana del ángelus de este domingo 13 de agosto, desde la ventana del Palacio Apostólico, ante miles de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro del Vaticano. «Hoy Cristo repite a cada uno de nosotros: ¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo! Ánimo, porque estoy aquí, porque ya no estás solo en las aguas bravas de la vida», aseguró.
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Precisó que «los discípulos se encuentran en medio del lago, en la oscuridad: en ellos está el miedo a hundirse, a ser absorbidos por el mal. «Y aquí llega Jesús, que camina sobre las aguas, es decir, sobre esas fuerzas del mal, y dice a sus discípulos: ‘Ánimo, soy yo, ¡no tengan miedo!’. He aquí el significado del signo: los poderes malignos, que nos atemorizan y que somos incapaces de dominar, con Jesús se ven disminuidos. Él, caminando sobre las aguas, quiere decirnos: ‘No tengan miedo, yo pongo a tus enemigos bajo tus pies’: ¡no las personas!, ellos no son los enemigos, sino la muerte, el pecado, el diablo: a estos enemigos Él los pisotea por nosotros».
«¿Qué hacer cuando nos encontramos en alta mar y a merced de los vientos contrarios? ¿Qué hacer ante el miedo, cuando sólo vemos oscuridad y nos sentimos perdidos? El Papa dice que podemos hacer dos cosas que hacen los discípulos en el Evangelio: invocan y acogen a Jesús. Invocan: Pedro camina un poco sobre el agua hacia Jesús, pero luego se asusta, se hunde y grita: ‘¡Señor, sálvame!’ (v. 30). Esta es una hermosa oración, que expresa la certeza de que el Señor puede salvarnos, de que Él vence nuestro mal y nuestros miedos. Repitámosla también nosotros, sobre todo en tiempos de ‘tormenta’: ¡Señor, sálvame!», indicó el Pontífice.
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