EL UNIVERSO, UNA GRAN FACTORÍA AUTOMÁTICA.

Por Jaime Saiz.

En el artículo anterior de la sección hablamos del Principio Antrópico, y pusimos el ejemplo de una gran factoría automática perfectamente ajustada para producir algo muy complejo: ordenadores de alta tecnología.

Podemos aplicar una comparación semejante al Universo, cuyo producto más maravilloso es el cerebro humano y la vida inteligente, el hombre: un ser que conoce, que conoce que conoce y que estudia ese mismo Universo del que su propia materia procede.

La Ciencia moderna se pregunta qué habría ocurrido si las constantes físicas del Universo hubiesen tenido valores distintos: masa total del Universo, velocidad de la luz, relación de intensidad entre las cuatro fuerzas de la Naturaleza, y un largo etcétera.

Por ejemplo:

  • ¿Qué pasaría si la fuerza nuclear fuerte fuese un poco más o menos intensa?

Si aumentáramos apenas en un 1% la intensidad de la fuerza nuclear que produce la cohesión del núcleo atómico, los núcleos de Hidrógeno no podrían permanecer aislados: atraerían siempre a otros protones y neutrones para formar núcleos más pesados. Al no existir el Hidrógeno, no podría combinarse con los átomos de Carbono para formar las complejas moléculas orgánicas, ni siquiera con el Oxígeno para producir el agua indispensable para la vida.

Por el contrario, si disminuimos ligeramente esa fuerza nuclear, la fusión de los núcleos de Hidrógeno se hace entonces imposible —sólo habría átomos de Hidrógeno sueltos—. Sin fusión nuclear, no hay estrellas, no hay fuentes de energía, no hay átomos más pesados, no hay Carbono, no hay vida.

De modo que no se podría haber dado la vida inteligente en caso de que la intensidad de la fuerza nuclear se hubiese desviado mínimamente.

  • ¿Qué pasaría si la fuerza electromagnética fuese un poco más intensa de lo que es?

Si aumentáramos muy ligeramente la fuerza electromagnética, se intensificaría la atracción entre el electrón y el núcleo, de modo que ya no serían posibles las reacciones químicas que resultan de la transferencia de electrones a otros núcleos.

Así, una gran cantidad de compuestos no podría formarse, y en un Universo tal, las moléculas de ADN —ni ninguna de complejidad similar— carecerían de toda posibilidad de producirse. Tampoco se podría haber dado la vida inteligente.

  • ¿Y si la fuerza gravitatoria fuera un poco más débil o más intensa de lo que es?

Si la fuerza de la gravedad hubiera sido un poco más débil en el momento de la formación del Universo, las primitivas nubes de Hidrógeno nunca habrían podido condensarse y alcanzar el umbral crítico de la fusión nuclear: las estrellas nunca se habrían encendido.

En caso contrario, apenas seríamos más felices. Una gravedad más fuerte habría conducido a un verdadero desbocamiento de reacciones nucleares: las estrellas se habrían formado con tal fuerza que rápidamente se habrían consumido, tan deprisa que la vida no habría tenido tiempo de desarrollarse.

En ninguna de las dos situaciones se habría podido dar la vida inteligente.

  • ¿Y si la densidad inicial del Universo no hubiera sido exactamente la crítica?

Si la tasa de expansión del Universo hubiera experimentado al comienzo una desviación del orden de solamente un 10 -40 por ciento (!!), o bien la materia inicial se habría desparramado por el vacío y el Universo no habría podido dar a luz las estrellas y las galaxias, o bien toda la materia se encontraría actualmente sumida en gigantescos agujeros negros. Este es el caso más restrictivo: tampoco habría tenido lugar la vida inteligente.

Además de esta pequeña muestra de posibles variaciones, los físicos han especulado también con muchas otras, que no exponemos aquí.

En cualquier caso, como afirma el divulgador científico Igor Bogdanov: «En realidad, cualesquiera que sean los parámetros considerados, la conclusión siempre es la misma: si se modifica su valor, por poco que sea, suprimimos cualquier posibilidad de eclosión de vida. Las constantes fundamentales de la Naturaleza y las condiciones iniciales que han permitido la aparición de la vida parecen, pues, ajustadas con una precisión vertiginosa».

EL UNIVERSO, UNA GRAN FACTORÍA AUTOMÁTICA.

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