EL CRISTIANO DEBE VIVIR SEGÚN LOS CRITERIOS DEL EVANGELIO.

Por Rubén Revello.

Los criterios de Dios según el apóstol Santiago

¿Cómo nos manejamos según los criterios de Dios o según los criterios humanos? Fíjense en la primera lectura, esta hermosa carta del apóstol Santiago. Dice: No hagan acepción de personas. Hacer acepción de personas es juzgar según los criterios humanos. Viene una persona muy rica, pensamos que es muy importante y la ponemos en el primer lugar. Viene alguien que se le caen los anillos, por ejemplo, y los ponen en el primer lugar. No hagan eso. En todo caso si hay alguien que tiene que tener el primer lugar que sea el pobre. Estos son los criterios del Evangelio y también los criterios de los apóstoles. Por eso Santiago, que es apóstol, escribe esta carta recordando que los criterios no tienen que ser los criterios del mundo. Hay que obrar conforme a amarás a tu prójimo como a ti mismo. El que hace esto procede siempre bien, pero si hacen acepción de personas cometen un pecado y son condenados por la ley como transgresores. Es decir, el cristiano no solamente puede, debe tener los criterios del Evangelio.

El criterio humano escapa de la cruz

En el caso del evangelio de Marcos se nos dice claramente. Fíjense que el mismo Pedro en un momento lo reconoce como Mesías y ahí piensa según el espíritu, se deja mover por el espíritu. Tanto es así que Jesús lo alaba porque en otro pasaje paralelo dice: Bendito seas Pedro porque esto no lo sabes por la carne y por los hombres sino porque Dios te lo inspiró. Pero inmediatamente después viene este otro pasaje donde Jesús empieza a hablar de lo que debía sufrir en la cruz y Pedro cambia de criterios. Ya no tiene más un criterio espiritual, ahora tiene un criterio carnal. Y por supuesto que el criterio carnal trata de escaparle a la dificultad, al problema. Pero ahí también recibe la condena de Jesús que le dice: Retírate de mí Satanás. Aléjate, porque, así como antes tus pensamientos eran de Dios ahora tus pensamientos no son los pensamientos de Dios. 

La verdadera lucha que importa es la lucha interior

Y esta es la verdadera lucha del cristiano. Conviven dentro nuestro un ángel y un demonio, conviven dentro nuestro el hombre nuevo que quiere obrar según el querer de Dios y el hombre viejo que tira hacia el pecado. Por eso la verdadera lucha, el verdadero ejercicio espiritual no es una lucha contra otros. Uno tiene que estar atento a la única lucha que importa que es la lucha interior. Quién está atento a sí mismo no tiene tiempo para mirar lo que los demás hacen o dejan de hacer. Pero muchas veces nos distraemos porque es mejor fisgonear en la vida de los demás que encarar el verdadero problema personal que es hacer que el hombre nuevo cada vez ocupe más lugar dentro del corazón, y cada vez expulsamos más al hombre viejo. 

Dios nos enseña a darnos gratuitamente

De manera que vemos en la figura de Pedro encarnadas estas dos posturas: los criterios de la carne y los criterios del espíritu, los criterios de Dios y los criterios humanos. La Iglesia tiene que estar constantemente, y nosotros como miembros de la Iglesia, tenemos que estar constantemente atentos para no dejarnos llevar por ese primer impulso que nos conduce a tener la prudencia de la carne. Me acomodo, trato mejor al que me puede beneficiar, acomodo a la gente, hago que los demás me hagan favores. Esos tipos de movimientos no vienen de Dios. Dios es gratuito, se da gratuitamente y se da abundantemente. ¿Se acuerdan del dicho español «haz el bien sin mirar a quién»? Se trata de usar como criterio la magnanimidad, la grandeza de alma y no buscar la cosa mezquina de interés propio.

EL CRISTIANO DEBE VIVIR SEGÚN LOS CRITERIOS DEL EVANGELIO.

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