IGLESIA, ¿QUÉ TE ESPERA EN TU FUTURO? (6). ¿Discernimiento discipular o evasión negadora?
Por Silvio Pereira.
Discernimiento para todos los hijos de la Iglesia
Venimos afirmando que el primer paso para afrontar el futuro eclesial debe ser realizar un sincero discernimiento en torno al desempeño de la Iglesia durante la crisis de la pandemia. No puedo dejar de inquietarme frente a las implicancias afectivas y resonancias vinculares que este ejercicio podría traernos. ¿Será un tiempo de reencuentro gozoso? ¿En serio estaremos de nuevo todos juntos al unísono para encarar esta tarea o será lenta la reincorporación de los miembros de la comunidad retrasando el tiempo del diálogo fraterno o reduciéndolo a la minoría presente?
¿Cómo reaccionaremos a las diferentes respuestas ofrecidas: con una tolerancia que en el fondo relativice todo o con una comparación donde valoremos con algún criterio ‘lo más evangélico’? ¿Acaso por temor a los roces o a sentirnos juzgados tomaremos la opción de suspender el discernimiento y ‘hacer como que aquí no pasó nada’? ¿En serio podríamos intentar volver como si todo hubiese estado detenido y nada hubiese cambiado desde que el aislamiento nos ha dispersado?
Y sin embargo me temo –según mi conocimiento pastoral del corazón humano– que el camino de la evasión negadora resultará lo más potable para muchos creyentes y comunidades so pretexto de evitar conflictos y no romper una pretendida unidad que quizás no sea más que una complicidad encubierta.
La alegría de la Cruz
Para todos los hijos de la Iglesia es de esperar que este tiempo de discernimiento sobre lo que nos ha pasado y cómo nos hemos desempeñado, este tiempo de reencuentro y reconocimiento comunitario, sea pues fuente de emociones encontradas: alegría y tristeza, aliento y decepción. ¿Con quiénes estoy en la Iglesia? Hace poco tiempo me lo preguntaba personalmente con pesar, como un cristiano entre otros cristianos. Con pesar porque me costaba asumir la frágil realidad de fe que contemplaba en derredor. ¿Con quiénes estoy en la Iglesia?
No sé si fraternamente me he repuesto a este impacto pues confieso que aún me siento intranquilo por el estado de la realidad discipular. He tenido que recurrir a mi identidad de sacerdote y pastor para poder ascender en la mirada y asumir la verdad eclesial que me circunda desde la benevolencia de Dios y desde la profecía. Y me he recordado que desde el inicio de la crisis el Espíritu Santo no ha dejado de insuflarme aliento y alegría al hacerme descubrir la maravillosa oportunidad de vivir una fe martirial.
¿Con quiénes estoy en la Iglesia? ¿Cómo hago para transmitirles el gozo espiritual por esta bella oportunidad para entregar la vida junto a Jesús? ¿Ya han quedado definitivamente atrás los tiempos primeros cuando los Apóstoles vivían contentos de padecer en su Nombre? Quizás esta falta de alegría ‘por y en la Cruz’ explique tantas cosas.
Pandemia: dolor y luz
Este tiempo de discernimiento –si no nos evadimos de él– nos interpelará a todos y será un desafío a la caridad. El desempeño de los discípulos ha sido variado en cuanto respuesta de fe. No hará falta una evaluación explícita, solo el reencontrarnos y compartir lo que hemos vivido dará un ‘clima eclesial’ de silenciosa y contundente interrogación. En ese ‘clima vivo’ algunos serán reconocidos por su mayor audacia evangélica o resistidos por su búsqueda de una santidad por encima de la media; otros en tanto se pararán a la defensiva o asumirán una revisión de vida en clave de penitencia, conversión y llamado a la madurez cristiana.
Habrá resistencias y auto-justificaciones como admiración e inspiración vocacional. Y de algún modo quedará claro quiénes podrán dar un paso adelante y quiénes se quedarán inmóviles mirando hacia atrás cuando la Cruz se levante de nuevo en el horizonte. Como espada de doble filo la pandemia traerá dolor al interior de la Iglesia pero también traerá luz. Y la caridad será desafiada hacia un nuevo comienzo de la comunidad de fe.
Un dilema fraterno y una decisión vocacional se levanta delante de todos los hijos de la Iglesia: encarar un discernimiento de la realidad discipular o escabullirse en el silencio cómplice de la evasión negadora. Y de esta elección depende en gran parte la futura salud de la Iglesia.
El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal.