DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ: CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE (11).
Continuación de Diálogo vivo con san Juan de la Cruz: Conversaciones subiendo al monte (10).
Por Silvio Pereira.
11. Las noticias en la oración
Queridísimo Fray Juan, tocaremos ahora un tema tan sensible como importantísimo. Te dejo hablar:
«…ninguna noticia ni aprehensión sobrenatural en este mortal estado le puede servir de medio próximo para la alta unión de amor con Dios; porque todo lo que puede entender el entendimiento, y gustar la voluntad, y fabricar la imaginación, es muy disímil y desproporcionado, como habemos dicho, a Dios… antes ha de ir no entendiendo que queriendo entender, y antes cegándose y poniendo en tiniebla, que abriendo los ojos para llegar más al divino rayo» (SMC L2, Cap. 8,5).
Conversaremos pues de cuanto tú llamas «noticia». Porque al entregarse a la oración la persona percibe digamos sensaciones, imágenes, emociones, sentimientos y variadas señales en su cuerpo y en su interior. ¿Qué valor tienen? ¿Cuál es su función? Por lo pronto convengamos que quienes se inician en el arte de la oración tienen por muy valiosas tales cosas y suelen narrarlas y darlas a conocer a otros, un poco buscando comprender, otro poco considerándolas como experiencias especiales que le fueron otorgadas.
Coincidimos plenamente en que debemos enseñarles a deshacerse rápidamente de poner su atención en las tales y advertirles los peligros que una actitud así conlleva. Hasta aquí lo que sentencias, están estas «noticias» tan lejanas de Dios, son mediaciones y analogías que cuando el alma sea alcanzada por el rayo oscuro de la contemplación nos parecerán del todo insignificantes e inapropiadas para balbucear el Misterio.
«De estas noticias sobrenaturales unas son corporales, otras son espirituales. Las corporales son en dos maneras: unas que por vía de los sentidos corporales exteriores las recibe; otras por vía de los sentidos corporales interiores, en que se comprehenden todo lo que la imaginación puede comprehender, fingir y fabricar.
Las espirituales son también en dos maneras: unas distintas y particulares, y otra es confusa, oscura y general. Entre las distintas y particulares entran cuatro maneras de aprehensiones particulares, que se comunican al espíritu, no mediante algún sentido corporal, y son: visiones, revelaciones, locuciones y sentimientos espirituales. La inteligencia oscura y general está en una sola, que es la contemplación que se da en fe. En ésta habemos de poner al alma, encaminándola a ella —por todas esotras, comenzando por las primeras, y desnudándola de ellas—» (SMC L2, Cap. 10,3-4).
No quisiera agregar nada a lo que explicas con simple maestría. Tan sólo dolerme de esta degradación de la vida espiritual que lleva ya siglos entre nosotros. Tras el siglo de oro de la mística latina, a fuer de la Modernidad y su centralidad en el Sujeto, gran cantidad de cristianos se ha volcado morbosamente hacia lo extraordinario. Una curiosidad enfermiza se ha desatado en torno a las visiones, revelaciones y locuciones. Esto es peligroso: no sólo tantísima gente carece de herramientas para un discernimiento de tales fenómenos sino que incautamente —y sin tener en cuenta el juicio paciente y sereno de la Iglesia—, se lanzan a apoyar toda su fe sobre tales fenómenos o sobre las personas que dicen recibirlos.
Al fin y al cabo toda exhibición de fenómenos pretendidamente místicos puede tener por detrás una falta de humildad. Sin un discernimiento sabio y sin mandato eclesial pueden traer confusión de la Fe y ayudar a desarrollar «cultos personales» indebidos. ¿Siempre son un signo de santidad y de presencia de Dios?
Hasta donde entiendo la santidad personal se concreta en vivir según la voluntad de Dios. Habrá que ver hacia dónde inclinan a las personas estas experiencias: a conformarse al designio divino o a la búsqueda del ensalzamiento propio.
«Y es de saber que, aunque todas estas cosas pueden acaecer a los sentidos corporales por vía de Dios, nunca jamás se han de asegurar en ellas ni las han de admitir, antes totalmente han de huir de ellas, sin querer examinar si son buenas o malas. Porque así como son más exteriores y corporales, así tanto menos ciertas son de Dios. Porque más propio y ordinario le es a Dios comunicarse al espíritu, en lo cual hay más seguridad y provecho para el alma, que al sentido, en el cual ordinariamente hay mucho peligro y engaño…
…yerra mucho el que las tales cosas estima, y en gran peligro se pone de ser engañado, y, por lo menos, tendrá en sí total impedimento para ir a lo espiritual…
…se han de tener las tales cosas por más cierto ser del demonio que de Dios: el cual en lo más exterior y corporal tiene más mano, y más fácilmente puede engañar en esto que en lo que es más interior y espiritual» (SMC L2, Cap. 11,2-3).
¡Cómo me cuesta hacerles comprender a quienes acompaño que no se detengan en modo alguno en las «sensaciones de la oración»! Pero se empeñan en ser escuchados y poder hablar con relevancia de que «han sentido como un fuego en las manos o en el pecho», que han «visualizado tal o cual imagen interior», que «han sentido tal o cual movimiento en sus afectos», que «han escuchado tal o cual palabra adentro» y múltiples «noticias» más. Sobre todo me inquieta que al realizar el discernimiento de la oración colocan en estas cosas toda la centralidad y deciden su vida en base a estas «revelaciones» que creen que Dios les ha hecho.
Pecado de iniciados, ignorancia espiritual… no los puedo culpar ya que todos hemos comenzado por allí. Fascinados por la novedad no hemos podido darnos cuenta que en esta actitud nos poníamos en el centro a nosotros mismos y nos regodeábamos en las aparentes mercedes que Dios nos regalaba. Y tras de ello siempre hay mal espíritu de vanagloria y presunción. Por eso me parece tan crucial reconquistar la dirección espiritual que cuide y proteja el camino de las almas que buscan a Dios.
Si quieres ir a Dios y no ser engañado por el Adversario guarda siempre la humildad. No te detengas en las «golosinas espirituales» sino en permitirle a Dios hacer su obra en ti. No te preocupes por lo que tiene sabor y palpas, son solo ondas y vibraciones lejanísimas del toque de Dios en tu alma. Es el ropaje que interpretas y no la realidad del núcleo de la Gracia que te transforma. Que no te interese si has experimentado esto o aquello con consolación. Mas bien interésate en descubrir si el encuentro con tu Señor por la oración te ha hecho más Suyo y ya te encuentras más resuelto a entregarte sin reserva y sin medida hasta la altura de la Cruz.
*SMC: Subida al Monte Carmelo.
*Retrato primitivo de san Juan de la Cruz. Granada. Carmelitas Descalzas. Anónimo/ Cervantes Virtual.
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ. CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE (10).
El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal y tiene el canal de YouTube @silviodantepereiracarro.