Cardenal Sako: «No somos empleados del Estado, somos cabeza de Iglesias antiguas»

El cardenal Louis Raphael Sako aseguró que solamente va a regresar a la capital irakí si el presidente Abdul Latif Rashid lo reconoce formalmente como líder de la Iglesia católica caldea y administrador de todos sus bienes. «Sin ese decreto, permaneceré en Erbil —capital de la región de Kurdistán— hasta que finalice su gobierno, y trabajaré con el nuevo presidente para expedir un decreto oficial que continúe con una tradición que data de hace 14 siglos atrás», aseveró.

Cardenal Sako: «No somos empleados
Foto: Patriarcado caldeo.

El cardenal Louis Raphael Sako afirmó que solamente va a regresar a la capital irakí si el presidente Abdul Latif Rashid lo reconoce formalmente como líder de la Iglesia católica caldea y administrador de todos sus bienes. El purpurado, que representa al 80% de los cristianos irakíes, se trasladó el 21 de julio pasado a la región autónoma de Kurdistán, semanas después de que el mandatario revocó un decreto presidencial que lo reconocía como cabeza de la Iglesia católica oriental, que cuenta con aproximadamente 630.000 fieles, y como responsable de administrar sus bienes.

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«Sin ese decreto, permaneceré en Erbil —capital de la región de Kurdistán— hasta que finalice su gobierno, y trabajaré con el nuevo presidente para expedir un decreto oficial que continúe con una tradición que data de hace 14 siglos atrás», aseveró Sako a Rashid, cuyo período de 4 años termina en octubre de 2026. «Nosotros no somos empleados del Estado, somos cabeza de Iglesias antiguas», ratificó. Rashid derogó el decreto en medio de una guerra verbal entre el cardenal y Rayan al-Kildani, el líder de la milicia de las Brigadas de Babilonia y su brazo político, el Movimiento Babilonia.

Al-Kildani, quien dice representar los intereses de la minoría Caldea del país, acusó a Sako de «establecer partidos, involucrarse en batallas electorales y poner en peligro la seguridad y el futuro de los cristianos en Irak». El purpurado, a su vez, denuncio que al-Kildani se estaba «autoexaltando y queriendo convertirse en un líder». Desde su traslado a Erbil, Sako recibió mensajes de apoyo de líderes de la Iglesia y de grupos de todo el mundo. El Vaticano no se pronunció públicamente sobre esta situación. 

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