Más de 100 cristianos fueron encarcelados sin acusación oficial, sólo por la fe que profesan, en el verano pasado y encerrados en Evin, al norte de Teherán, Irán, y que 4 meses después siguen sin conocer lo que va a ocurrir con ellos. Algunos cristianos en el país pasaron la Navidad en una celda oscura de una de las cárceles más infames del país, con la certeza de que están encerrados. Activistas de Article18, un sitio especializado en documentar las represiones de los ayatolás contra las minorías religiosas en Irán, hablaron de caso de uno de ellos, el ciudadano armenio Hakop Gochumyan, de 35 años.
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Indicaron que Gochumyan estaba de visita en Irán con su esposa Elissa, esta última con doble nacionalidad armenia-iraní, y sus 2 hijos. El 15 de agosto pasado, los padres fueron detenidos en Pardis, a las afueras de Teherán. Según testigos, la familia, con sus hijos de 7 y 10 años, comía en casa de unos amigos cuando una docena de policías de paisano del Ministerio de Inteligencia irrumpieron en la casa y se los llevaron. Los agentes registraron la casa y se llevaron a Hakop y a Elissa a la prisión de Evin, pusieron a los hijos de la pareja al cuidado de una tía y confiscaron sus objetos personales, incluidos textos cristianos.
La pareja fue encerrada y sometida a intensas torturas psicológicas y a repetidas sesiones de interrogatorio, cada una de las cuales duraba entre 2 y 5 horas. Tras más de dos meses de detención, Elissa fue puesta en libertad. Durante todo este tiempo, su marido permaneció en prisión. La esposa aseguró que los agentes del servicio secreto la acusaron de participar en «actividades cristianas ilegales». Afirmó que no sabía «de dónde procedían las acusaciones» y que ella y su marido «no hicieron nada ilegal, ni participaron en actividades cristianas durante su visita a Irán». Elissa es hija de un conocido pastor iraní-armenio, Rafi Shahverdian, fallecido a principios de año, que dirigía una iglesia en Ereván desde que abandonó Irán en 1993.
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