Conferencia Episcopal Argentina estuvo presente en funeral de Benedicto XVI

El secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, Alberto Bochatey, estuvo presente en el funeral y las exequias de Benedicto XVI, que presidió Francisco en el Vaticano, el jueves 5 de enero. «Se preparó una liturgia muy sencilla al igual que muy profunda, muy vivida. Participaron aproximadamente 400 obispos, más de 4.000 sacerdotes y una plaza de San Pedro llena, que superó las expectativas de los organizadores, que son expertos en estos cálculos», indicó.

Conferencia Episcopal Argentina estuvo

El secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Alberto Bochatey, estuvo presente en el funeral y las exequias de Benedicto XVI, que presidió Francisco en el parvis de la basílica, en la plaza de San Pedro, el jueves 5 de enero. El prelado compartió, desde el Vaticano, su testimonio a través de la Oficina de Comunicación y Prensa de la CEA. Además, estuvo presente el obispo de Jujuy, Daniel Fernández, quien se encontraba ya en Roma.

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«Este jueves 5 de enero, Roma amaneció especialmente triste, había una niebla muy especial, no tan habitual en la ciudad; era un día gris plomo, sin lluvia, un día muy invernal, muy triste, casi haciendo juego con las jornadas de dolor que estamos viviendo. Se preparó una liturgia muy sencilla al igual que muy profunda, muy vivida. Participaron aproximadamente 400 obispos, más de 4.000 sacerdotes y una plaza de San Pedro llena, que superó las expectativas de los organizadores, que son expertos en estos cálculos», indicó Bochatey, quien estuvo presente en el Vaticano en representación de la Conferencia Episcopal Argentina.

El prelado consideró que fue una Misa exequial «muy profunda». «Se respiraba un clima de gran serenidad. La homilía del Santo Padre fue sencilla, breve, concisa y destacó distintos aspectos de la vida, la personalidad y la enseñanza del Papa Benedicto XVI. Era un clima muy sereno, porque lo que podíamos hablar, mientras se esperaba y antes de rezar el Rosario, antes de la Misa, con otros obispos y cardenales, era en un clima de serenidad en la esperanza, saber que con la muerte no se acaba, sino que se transforma toda vida», reiteró, al sostener que «fue un día de mucha profundidad, un día en el que todos estábamos concentrados en lo que estaba pasando».

«Muchos de los presentes habíamos sido nombrados obispos por el Papa Benedicto XVI, por lo tanto, es muy fuerte porque te toca la vida, te la cambia radicalmente ese pedido del Papa para ejercer el ministerio episcopal. Al finalizar la Misa, se dio un gran aplauso, profundo, de agradecimiento, de despedida. Esas palmas que aplaudían querían abrazar al papa Benedicto XVI, querían tocarlo de alguna manera… Ha sido una mañana intensa, donde todos estábamos convencidos de que era algo importante y que se terminaba, con esta muerte, una etapa muy peculiar de la vida de la Iglesia, en cuanto a la vocación y las determinaciones del papa emérito Benedicto XVI», reflexionó el prelado.

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