CLERICALISMO (2).

Continuación de Clericalismo (1)

Por Alejandro Antonio Zelaya.

Educación y re-educación constante en el servicio

La educación en todas las áreas que implican la formación inicial y permanente de los sacerdotes seguramente tendría que tener como eje transversal el servicio como pastores del Pueblo de Dios. Y qué importante es vivir también este llamado al servicio entre los mismos hermanos curas, el servicio entre hermano y hermano sacerdote en todo momento a lo largo de las distintas etapas de la vida sacerdotal. Hermoso programa para fomentar en todo tiempo y lugar, en las estructuras eclesiales y también fuera de ellas. ¡Cuánto bien esto nos haría y nos daría la capacidad, en y con el Espíritu, de generar anticuerpos contra la enfermedad del clericalismo que tanto daño hace! ¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! (Salmo 133, 1).

Para concluir, podríamos meditar las siguientes palabras del Papa Francisco: «Por ello creo que es importante, urge, formar ministros capaces de proximidad, de encuentro, que sepan enardecer el corazón de la gente, caminar con ellos, entrar en diálogo con sus ilusiones y sus temores. Este trabajo, los obispos no lo pueden delegar. Han de asumirlo como algo fundamental para la vida de la Iglesia sin escatimar esfuerzos, atenciones y acompañamiento. Además, una formación de calidad requiere estructuras sólidas y duraderas, que preparen para afrontar los retos de nuestros días y poder llevar la luz del Evangelio a las diversas situaciones que encontrarán los presbíteros, los consagrados, las consagradas y los laicos en su acción pastoral» (Papa Francisco, Videomensaje a los participantes en la peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe [Ciudad de México, 16-19 de noviembre 2013], 16-11-2013).

Oración a María Inmaculada por los sacerdotes, por la intercesión del Beato Juan Duns Escoto

Por la intercesión, de tu siervo amadísimo, Beato Juan Duns Escoto, que preparó el camino para la definición dogmática de tu Inmaculada Concepción, y dicen que su inspiración le vino al pasar por frente de una estatua de la Virgen y decirle: «Oh Virgen sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti».
Santísima Virgen, yo creo y confieso tu Santa e Inmaculada Concepción pura y sin mancha.
¡Oh Purísima Virgen!,
por tu pureza virginal,
tu Inmaculada Concepción y
tu gloriosa cualidad de Madre de Dios,
alcanza para los sacerdotes de tu amado Hijo,
la humildad,
la caridad,
una gran pureza de corazón, de cuerpo y de espíritu,
una santa perseverancia en el bien,
el don de oración,
una buena vida y
una santa muerte.
Amén.

El padre Alejandro Antonio Zelaya es licenciado en Psicología y miembro del Equipo de Formación Permanente del Clero de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

CLERICALISMO (2).

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