Frailes franciscanos y una multitud de creyentes procedentes de Jerusalén, Belén y Jericó emprendieron la tradicional procesión en el lugar que fue testigo de las pasadas y sangrientas guerras y en cuyo terreno se habían esparcido minas, para celebrar el Bautismo de Jesucristo, el 7 de enero pasado, en la Iglesia de San Juan Bautista de los Padres Franciscanos, en medio del conflicto en la región.
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«Para nosotros hoy es importante estar aquí, porque el Bautismo de Jesús marca el inicio de su actividad pública, y nosotros, a través de nuestro bautismo, estamos llamados a entrar vitalmente en el misterio de Jesús. Por lo tanto, si hoy Él reveló su gloria, también nos sentimos partícipes de esta gloria. También somos hijos de Dios y debemos poder ser manifestación de la gloria de Dios, así como lo fue la santa humanidad de Jesús», afirmó fray Alessandro Coniglio, del Studium Biblicum Franciscanum.
Fray Francesco Patton, custodio de Tierra Santa, invitó en la homilía de la Misa a vivir el mandamiento del amor, hasta el punto de sacrificarnos y amar a los demás como Jesucristo. «Este año la celebración aquí tiene un significado especial porque después de 57 años pudimos abrir la puerta que nos lleva directamente del Santuario al río Jordán y esto para mí es la señal de que es posible superar incluso el lenguaje de la guerra, el lenguaje de las armas», consideró Patton.
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