La directora de Caritas Líbano, Rita Rhayem, precisó que es la primera vez que se enfrentan «a una emergencia de esta magnitud», pero siguen «adelante para ayudar a todas las personas en dificultad», tras la gran explosión en el puerto de Beirut, que destrozó sectores enteros de la ciudad del país de Oriente Próximo, el martes 4 de agosto. Hay más de 300.000 personas desplazadas, al menos 137 muertos y 5.000 heridos en la devastada capital libanesa. Incluso la sede de Caritas Líbano también quedó gravemente dañada por la explosión, pero su personal no fue herido.
«Es una situación terrible y desastrosa y ahora estamos en medio de una total confusión La situación es crítica y es la primera vez que nos enfrentamos a una emergencia de esta magnitud, pero no nos detenemos y seguimos adelante para ayudar a todas las personas en dificultad. Hay muchos muertos y muchos heridos, y desde el punto de vista sanitario, la situación probablemente empeorará rápidamente debido a los efectos de los gases tóxicos. Caritas Líbano se está preparando para esta eventualidad, pero nuestros centros de salud no tienen los medios para hacer frente a tal eventualidad y las operaciones de rescate se hacen aún más difíciles por la falta de electricidad», explicó.
El sacerdote y el presidente de Caritas Líbano, Michel Abboud, precisó que «el país se detuvo y estamos viviendo una pesadilla», al asegurar que no tienen «nada para ayudar a la población». «Beirut está devastada y estamos totalmente abrumados por la magnitud de los acontecimientos», lamentó. Por su parte, Rhayem aseguró que los voluntarios de la entidad caritativa de la Iglesia en el país se movilizaron «de inmediato para localizar y ayudar a los heridos», que son llevados a sus «centros de atención primaria, aunque lamentablemente ya están desbordados e increíblemente abarrotados, así como los hospitales». «Falta de todo, incluida la comida para sostener a la población afectada», lamentó.