El cardenal y prefecto de la Congregación para los Obispos, Marc Ouellet, sostuvo que «es necesario velar por el equilibrio psicoafectivo y moral de los candidatos al sacerdocio», en una entrevista con ‘Onmes’, en la que reflexionó sobre varios aspectos del sacerdocio y de la vocación bautismal, y sobre otros temas que serán afrontados en el curso del Simposio Teológico Internacional ‘Por una teología fundamental del sacerdocio’, que se realiza del jueves 17 al sábado 19 de febrero en el Vaticano.
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Precisó, al referirse al simposio, que «una teología fundamental del sacerdocio piensa en primer lugar en el bautismo como la primera participación en el sacerdocio de Cristo, pues el Bautismo nos comunica la gracia de su filiación divina que es el fundamento de su sacerdocio y de nuestra participación en él como miembros de su Cuerpo». «El ministerio ordenado presupone el bautismo y consiste en un carisma posterior de representación de Cristo Cabeza, puesto al servicio del crecimiento del sacerdocio filial de los bautizados», indicó el purpurado. «Una comunidad eclesial debe preocuparse por despertar y acompañar las vocaciones particulares que normalmente florecen donde hay una conciencia vocacional de los bautizados», aseguró, al referirse a la cultura vocacional.
«Los sacerdotes necesitan comprensión y solidaridad. Están muy probados por la situación actual de los abusos, y necesitan a la comunidad para vivir mejor su compromiso. Esta necesidad se refiere también a la formación de los sacerdotes, que no debe estar completamente aislada, sino que debe hacerse en relación y sinergia con las familias, las comunidades locales, las personas consagradas y los laicos», ratificó el purpurado, por otro lado, tras recordar que «la amistad sacerdotal siempre fue un recurso precioso para mantener el impulso hacia la santidad». Lamentó que «algunas personas piensan que el celibato es la causa del abuso, mientras que el abuso existe en todas las situaciones de la educación, la vida familiar, la vida deportiva, etc», al considerar que «la verdadera causa no es el estado de celibato consagrado sino la falta de autocontrol y el desequilibrio afectivo». El cardenal Ouellet aseguró que «es ciertamente necesario mejorar el discernimiento de las vocaciones al sacerdocio y velar por el equilibrio psicoafectivo y moral de los candidatos».
Explicó que «el celibato debe presentarse desde la perspectiva de la fe». «Cristo llamó a sus discípulos a dejarlo todo para seguirle. Pudo hacerlo en virtud de su identidad divina como Hijo eterno del Padre que vino en carne para traer la salvación a la humanidad. Seguirle en el celibato es ante todo una confesión de fe en esta identidad y un acto de amor en respuesta a su llamada de amor», ratificó. «El sacerdocio fundamental es la consagración bautismal que nos hace hijos e hijas de Dios. El ministerio ordenado está al servicio del crecimiento de los bautizados mediante la proclamación de la Palabra y el don de los sacramentos. El sacerdote ejerce así una paternidad espiritual que puede llenar su corazón de alegría apostólica cuando se vive con espíritu de santidad», indicó.
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