Cardenal Lacroix a autoridades en Canadá: «No abusen de nuestra paciencia»

El arzobispo de Quebec, Gérald Cyprien Lacroix, repudió la falta de diálogo con las autoridades regionales en Canadá en la lucha contra el coronavirus, durante la Misa de la fiesta de Santa Ana, patrona de la ciudad. "No abusen de nuestra paciencia y dejen de ignorar nuestra existencia y nuestro sentido de la responsabilidad", enfatizó.

Cardenal Lacroix
Foto: YouTube Webtélé ECDQ.

El cardenal y arzobispo de Quebec, Gérald Cyprien Lacroix, denunció que las restricciones para las misas en público que tiene la Iglesia en el país son mucho más estrictas que para la actividad en casinos o para adquirir alcohol o cannabis y repudió la falta de diálogo con las autoridades regionales en Canadá en la lucha contra el coronavirus, durante la Misa de la fiesta de Santa Ana, patrona de la ciudad, a fines de julio. «No abusen de nuestra paciencia», insistió Lacroix frente la situación que padecen.

«Desde el principio -y a lo largo de los últimos meses- fuimos buenos jugadores, queriendo poner de nuestra parte por el bien del objetivo, colaborando en el esfuerzo colectivo en tiempos de crisis. Era necesario que fuéramos solidarios y fuimos», indicó el cardenal Lacroix. «Las autoridades gubernamentales no nos toman en serio. En ningún momento logramos establecer un diálogo franco y directo con el gobierno y los funcionarios de salud pública», sostuvo. Desde el 22 de junio pasado, se permite que hasta 50 personas -con medidas sanitarias- participen en las misas con público, pero el Departamento de Salud Pública de Quebec sostiene que la cifra no es un límite estricto.

El prelado cuestionó que en la lista de servicios «esenciales» de las autoridades de Quebec se incluyó la venta de alcohol y cannabis, pero «las comunidades de fe, que sin duda podemos considerar un servicio esencial para la comunidad» fueron «prácticamente ignoradas», tras indicar que incluso los casinos pueden acomodar hasta 250 personas en lugares más pequeños que los templos católicos, postura que «no se puede entender». Además, defendió el derecho de los católicos a «ser considerados con respeto y no ser ignorados o relegados» y lamentó «la timidez» con la que el gobierno «evita cualquier diálogo abierto y sereno con los líderes de las comunidades de fe». «No abusen de nuestra paciencia y dejen de ignorar nuestra existencia y nuestro sentido de la responsabilidad», enfatizó.

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