Benedictinos vuelven a abadía en Francia tras ser expulsados hace más de 200 años

La diócesis de Limoges, a cargo del obispo Pierre-Antoine Bozo, anunció el retorno de los monjes —expulsados durante la llamada 'Revolución Francesa'— en un comunicado conjunto del prelado y de Jean-Bernard Marie Bories, abad de la abadía de San José de Clairval, que compró la abadía de Solignac a la jurisdicción eclesiástica para establecer un priorato. Algunos monjes llegaron allí el 1 de agosto pasado para prepararse para la reanudación de la vida monástica.

Benedictinos vuelven a abadía en Francia
Foto: Diócesis de Limoges.

Benedictinos vuelven a la emblemática abadía de Solignac, en el centro de Francia, tras ser expulsados hace más de 200 años durante la llamada ‘Revolución Francesa’. Después de varios siglos de vida monacal, los anticlericales expulsaron a los monjes de la abadía —fundada por san Eligio en el siglo VII— que fue sucesivamente prisión, escuela para chicas, fábrica de porcelana, refugio de profesores católicos durante la II Guerra Mundial, y casa de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada desde 1945. Las religiosas permanecieron hasta la década de 1990 y finalmente se transfirió la propiedad a la diócesis de Limoges en 2011. En los últimos 17 años estuvo desocupada. Tras ese hecho y después de un período de discernimiento, los benedictinos readquirieron la abadía —que requiere también trabajos de restauración— en la que se realizarán actividades en coordinación con la jurisdicción eclesiástica.

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La diócesis de Limoges, a cargo del obispo Pierre-Antoine Bozo, anunció hace unas semanas el retorno de los monjes en un comunicado conjunto del prelado y de Jean-Bernard Marie Bories, abad de la abadía de San José de Clairval —Borgoña—, que compró la abadía de Solignac a la diócesis para establecer allí un priorato. Los monjes de Clairval aprobaron el proyecto de fundación. Bozo aseguró que el regreso de los benedictinos fue el resultado de un largo período de reflexión tras reunirse con el abad varias veces. «Estoy agradecido por esta maravillosa noticia, porque estuvimos buscando diferentes soluciones para este lugar durante muchos años, y finalmente el proyecto que más se ajusta al propósito original de esta abadía construida por San Eligio, es decir, las comunidades monásticas, es llevado a cabo por los monjes benedictinos», destacó el prelado. El abad Bories aseguró que, además de restaurar la regla benedictina, se pretende hacer de la abadía un centro espiritual de oración y retiro, construido alrededor del claustro y capaz de recibir a más personas que la abadía de San José de Clairval.

En francés.  

«En este lugar, generaciones de orantes se sucedieron y crearon un caldo de cultivo monástico en el que ‘crecerá’ un nuevo renacimiento de la antigua orden benedictina: más de 1.150 años de presencia monástica nos conectan y renuevan con una gran tradición y cadena de oración», enfatizó Bories, que además indicó que hay planes para que allí se preparen jóvenes a la Confirmación y otras actividades. Los proyectos van a requerir varios años de trabajo en los diferentes edificios de la abadía, por lo que espera que el proceso sea largo y costoso. Algunos monjes llegaron el 1 de agosto pasado a la abadía para prepararse para la reanudación de la vida monástica en la misma. Ellos supervisarán también el trabajo inicial para dar la bienvenida al resto del equipo fundador, que no se mudará hasta el otoño. Bozo consideró que la nueva fundación promete ser una bendición para esa región rural descristianizada, donde no hubo comunidades masculinas contemplativas desde la ‘Revolución Francesa’.

El prelado aseguró que está «profundamente convencido de la fertilidad de la vida contemplativa, especialmente en nuestro mundo acelerado, materialista e individualista». Indicó, tras enfatizar que los benedictinos vuelven a abadía, que los buenos frutos se verán «a largo plazo» a través de «las raíces más profundas que esta presencia traerá y apoyará a los misioneros» en Francia. «Esta forma de vida original, que nada contra la corriente en el mundo de hoy, solo puede ser buena para las personas a las que se les ofrece lo que Benedicto XVI solía llamar un ‘oasis’, un lugar que todos los cristianos necesitan para rejuvenecer. A la sombra de esta comunidad puedes refrescarte, orar, encontrarte con el Señor en silencio, en paz, rodeado de gente que se mueve con un ritmo lento y muy regular… eso es lindo. Esta sabiduría, que es inherente a la Regla de san Benito, en la forma en que funciona, es algo muy reconfortante para nuestro tiempo desorientado», reflexionó. La inauguración oficial del monasterio será el 28 de noviembre próximo. 

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