El arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, recordó que «es necesario morir a una vida centrada en nosotros mismos y orientarla hacia Dios y hacia los hermanos», en la Misa del Miércoles de Ceniza que celebró en la catedral Nuestra Señora del Rosario. Afirmó que «conversión es la palabra clave para entrar en el tiempo de Cuaresma», que comenzamos el 17 de febrero pasado.
Reflexionó que la conversión implica «cambiar de rumbo y orientar la propia vida hacia Dios y hacia los demás; es decidirse a salir del círculo vicioso del propio yo y liberarse de ese contagioso egoísmo que esclaviza a la persona, la aísla y finalmente termina por destruirla». Exhortó a «subir con Jesús» y acompañarlo a vivir la Pascua. «Elegir acompañarlo en esa subida es creer que el amor es más fuerte que el odio, la venganza, el resentimiento y la indiferencia; que ser fraterno no excluye absolutamente a nadie y por ningún motivo; que el camino de la verdadera justicia empieza desde el perdón y la misericordia e incluye la reparación», afirmó.
El arzobispo Stanovnik, quien pidió «morir a una vida centrada en nosotros mismos y orientarla hacia Dios», alertó que «hay que estar atento a no maquillar la conversión con algunas acciones externas que nos dejen tranquilos», al referirse a «los peligros en los que podemos caer fácilmente». Invitó a «reconocer humildemente que necesitamos convertirnos». «Ese signo debe ir acompañado de más tiempo dedicado a la oración y a lectura de la Palabra de Dios; de recurrir al sacramento de la reconciliación; de ayunar de cosas inútiles y gustos superficiales», aseguró el prelado.
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