El arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, indicó que recientemente uno de los fieles de su comunidad «preguntó: ‘¿Por qué puedo pasar tres horas comprando zapatos pero no puedo ir a Misa?’, en un artículo que escribió en el Washington Post donde citó la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, el 16 de septiembre pasado. Actualmente, la ciudad estadounidense de San Francisco vigila de cerca las iglesias católicas de la ciudad y emitió repetidas advertencias al arzobispado por aparentes violaciones de las normas sanitarias por la pandemia de coronavirus.
«Los católicos en San Francisco cada vez se están dando más cuenta de que esto es simplemente una injusticia. Recientemente uno de mis feligreses preguntó: ‘¿Por qué puedo pasar tres horas comprando zapatos en Nordstrom pero no puedo ir a Misa?'», indicó el prelado, al precisar que lo piden «es acceso al culto en nuestras propias iglesias, siguiendo protocolos de seguridad razonables; las mismas libertades que ahora se extienden a los clientes de los salones de uñas, servicios de masaje y gimnasios». «Es justo, es compasivo, y, a diferencia de estas otras actividades, es lo que exige la Primera Enmienda. A veces me pregunto si las elites cada vez más seculares que imponen estas restricciones entienden el dolor que están infligiendo innecesariamente. Los sacramentos tal como los entendemos los católicos no pueden ser transmitidos por internet. A la gente se le niega el culto religioso que los conecta con Dios y con los demás», indicó el arzobispo de San Francisco al referirse a la Misa.
«Para cientos de miles de ciudadanos de San Fransico que afrontan los desafíos simultáneos de la pandemia y la recesión económica, la iglesia es la fuente principal de ayuda espiritual, emocional y práctica», ratificó Cordileone. El alcalde de San Francisco, London Breed, aseguró que la ciudad permitirá servicios en el interior de los templos de hasta un máximo de 25 personas, lo que según el prelado es menos del 1% de la capacidad de la catedral local. Además, limitó la participación en cultos religiosos al aire libre a un máximo de 50 personas, mientras que se permite la oración privada en el interior de los templos, pero sólo una persona a la vez dentro de cada lugar de culto. Los hoteles de San Francisco están en pleno funcionamiento; los gimnasios están autorizados a abrir al 10% de su capacidad; y la mayoría de las tiendas minoristas están autorizadas a funcionar al 50% de su capacidad, mientras que los centros comerciales están restringidos al 25%.
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