Arzobispo de Denver: «¿Tenemos la valentía de caminar por el camino de la Cruz?»

El arzobispo de Denver, Estados Unidos, Samuel Aquila, se preguntó si «¿estamos dispuestos a hablar de la Cruz?». «¿Atenderemos nosotros mismos la llamada del Señor Jesús al arrepentimiento, y tendremos el valor de hacerla resonar ante un mundo incrédulo?», cuestionó el prelado, en una una carta abierta a los obispos del mundo, de modo especial a los de Alemania, en la que cuestiona su Camino Sinodal.

Arzobispo de Denver ¿Tenemos la valentía
Foto: YouTube Human Life Action.

El arzobispo de Denver, Estados Unidos, Samuel Aquila, cuestionó si «¿tenemos la valentía de caminar por el camino de la Cruz, soportando el desprecio del mundo por el mensaje del Evangelio?», en una una carta abierta a los obispos del mundo, de modo especial a los de Alemania, en la que cuestiona su Camino Sinodal. El prelado advirtió la deriva de la asamblea sinodal en Alemania y pidió a los obispos y los fieles de ese país que no intenten cambiar la doctrina de la Iglesia para adaptarla a lo que quiere el mundo y que dejen de apoyar puntos de vista insostenibles sobre la naturaleza de la Iglesia, su relación con el mundo y su fundamento en la revelación divina.

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«La mayoría de nosotros, fuera de Alemania, estamos al tanto a través de los medios de comunicación del Camino Sinodal Alemán y de la franqueza de algunos obispos al pedir cambios radicales en la enseñanza y la práctica de la Iglesia», aseguró en su texto de 15 páginas, fechado el 13 de mayo pasado y publicado el miércoles 26 de mayo. Indicó que el texto fundamental elaborado por el primer foro del Camino Sinodal Católico Alemán ofrece interpretaciones «selectivas y engañosas» de la enseñanza de la Iglesia. Consideró que el enfoque de la Iglesia en Alemania hace que la revelación divina sea cautiva de una «hermenéutica del ‘diálogo’ infinitamente proteica», lo que debe contrastarse con «la auténtica comprensión del diálogo articulada por el Vaticano II y desarrollada por los papas postconciliares». Aquila consideró que la reinterpretación del texto del Magisterio de la Iglesia corresponde a un «relativismo doctrinal explícito y radical». «La Asamblea Sinodal propone, de hecho, revisiones verdaderamente radicales de la estructura de la Iglesia y de su comprensión de la misión», lamentó.

Precisó que las propuestas del texto fundamental se basan en «un relato parcial y tendencioso del origen y la naturaleza del ministerio ordenado» que está en desacuerdo con la propia comprensión de la Iglesia. Enfatizó que el texto sinodal alemán reinterpreta a la Iglesia en «términos notablemente antropocéntricos», como su creencia de que porque la Iglesia es un «signo», debe «ser entendida» y «debe hablar el lenguaje de sus destinatarios». «Los Sacramentos —y mucho menos la Iglesia— no son nuestros ‘instrumentos’. Son instrumentos de Dios, pues sólo Él es la principal causa eficiente de todas las gracias mediadas a través de la Iglesia y los Sacramentos», ratificó el prelado. Sostuvo que la asamblea sinodal evita erróneamente el dinamismo y la tensión entre la Iglesia y el mundo y parece ver a la Iglesia como «igualmente comprometida» tanto con «las exigencias del Evangelio como con las normas de una sociedad pluralista y abierta en un estado constitucional democrático».

Afirmó que la asamblea «espera hacer realidad una Iglesia que, lejos de estar preparada para sufrir el desprecio del mundo por su fidelidad a Cristo, estará preeminentemente condicionada por el mundo y será cómodamente aceptada por él como una institución respetable entre otras». Advirtió que el texto «ignora el coste del discipulado» y abraza los estándares del mundo, lo que este llama «sociedad ilustrada y pluralista». «¿Estamos dispuestos a hablar de la Cruz? ¿Tenemos la valentía de caminar por el camino de la Cruz, soportando el desprecio del mundo por el mensaje del Evangelio?», cuestionó el arzobispo de Denver. «¿Atenderemos nosotros mismos la llamada del Señor Jesús al arrepentimiento, y tendremos el valor de hacerla resonar ante un mundo incrédulo?», preguntó el prelado. «Hermanos míos, acordémonos de Cristo crucificado. Recordemos nuestro primer amor», imploró.

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