Timor Oriental, el país de mayoría católica del Sudeste Asiático, tiene uno de los resultados más positivos en su lucha contra el COVID-19, dado que registra sólo 27 casos y ningún fallecimiento hasta el 11 de septiembre, último día que ofreció datos. Pese a que incluso países tecnológicamente desarrollados como Corea del Sur o Singapur tuvieron un nuevo aumento de casos, la situación en Timor Oriental se mantuvo estable sin necesidad de nuevas medidas. El país, considerado uno de los países menos desarrollados del mundo, suspendió a finales de junio el estado de emergencia que fue impuesto rígidamente en marzo.
Los observadores atribuyen el secreto del pequeño país a la rapidez en la toma de decisiones y a la estricta aplicación de la prevención. También consideran que quizás el secreto también esté en la capacidad de unidad y solidaridad de una realidad social pequeña pero homogénea donde la Iglesia católica juega un papel fundamental porque en Timor Oriental la mayoría de los habitantes son católicos -de una población de alrededor de 1.300.000 habitantes, los bautizados son el 95%-. «Celebrar la Pascua en medio de la pandemia nos invita a todos a dejar de lado nuestros intereses personales, grupales o partidistas y en cambio crear unidad para combatir el Coronavirus», reflexionó el arzobispo de Dili, Virgilio do Carmo da Silva, durante la Misa de Pascua transmitida por televisión.
La Iglesia local apoyó inmediatamente la declaración del gobierno sobre el estado de emergencia en marzo pasado y luego transmitió los servicios religiosos a través de televisión, radio, redes sociales. Las asociaciones religiosas y la propia arquidiócesis brindan asistencia material, psicológica y espiritual a las personas en dificultad debido al coronavirus y crearon un «grupo de trabajo pastoral» desde los primeros meses de la pandemia, compuesto por sacerdotes, religiosos y laicos con experiencia en psicología y medicina en estrecho contacto con Caritas local para la distribución de ayudas. La reapertura de las iglesias en Timor Oriental se anunció 2 meses después de los primeros casos de COVID-19, con la advertencia de usar siempre barbijos o cubrebocas y mantener la distancia física de otros fieles. Desde la independencia de Timor Oriental en 1999, la Iglesia católica se comprometió a contribuir al desarrollo de la sociedad.
