El gobierno turco comenzó con los trabajos extraordinarios de reparación y mantenimiento de la antigua basílica de Santa Sofía de Estambul, convertida en mezquita hace unos años a instancias del presidente Recep Tayyip Erdogan. La decisión se tomó después del descubrimiento, por parte de un grupo de científicos, de «daños significativos» tanto en el interior como en el exterior del monumento de la época bizantina. Actualmente, se desconoce el alcance exacto del problema, pero algunos expertos hablan ya de un proyecto «a largo plazo» que podría extenderse hasta 50 años.
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Algunos círculos turcos consideraron que detrás de la decisión está una cuestión de conveniencia política, para que Santa Sofía permanezca cerrada durante algún tiempo y no se utilice como mezquita. Los observadores recuerdan cómo, al mismo tiempo que la conversión de la actual Mezquita Azul, otro edificio cristiano, el monasterio de Chora —Kariye— también sufrió el mismo trato con su transformación en lugar de culto musulmán. Sin embargo, no hubo celebraciones, oraciones ni rituales islámicos en su interior porque se cerró «repentinamente» por obras de renovación.
El ministro turco de Turismo, Mehmet Nuri Ersoy, sostuvo que Santa Sofía permanecerá abierta y funcionará como mezquita durante las obras de renovación. Actualmente, se realizan estudios para evaluar la mejor intervención, especialmente en lo que respecta a la protección antisísmica para evitar la posibilidad de un derrumbe. Guías y arqueólogos explican que, durante las obras de restauración, las zonas de oración y visita estarán restringidas, lo que significa que durante algún tiempo será necesario sellar las puertas y prohibir el acceso a visitantes y fieles.
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